La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

viernes, 14 de agosto de 2015

El bautizo, por MARTA AGÜERA GARCÍA (11 años)



A mi primita Marta, que me inspiró para hacer este relato.

07:55 AM: El tren hacia Málaga salía a las 09:35. Me acababa de levantar y aquello era un desmadre. El taxi llegaría en menos de media hora; las camas sin hacer, el desayuno no estaba servido…
08:13 AM: No había progresos y el taxi llegaría en 45 minutos. Salí disparada a mi cuarto; hice la cama, me vestí, me peiné y aun así… nadie estaba listo.
Mi madre miró la hora asustada – ¡son las 09:04! – bajamos rápidamente, cogimos el primer taxi que pasaba y logramos llegar a la estación. Eran exactamente las 09:32 cuando subimos al tren… y entonces ocurrió:
  • ¡La maleta! ¿Dónde está? – Preguntó mamá.
Nos la habíamos dejado en el taxi. Bueno ya estábamos en el tren; sin maleta, sin ropa, sin dinero, sin nada…
11:17 AM: Rumbo al bautizo, con mi madre – la madrina – que apareció en la iglesia jadeando, con un disfraz de fiesta que compramos en un chino cercano a la estación.
Pero la cosa no acabó aquí ¿cómo definir el desastre monumental de la iglesia? El padrino encendió la vela y accidentalmente prendió la sotana del cura. Lo milagroso fue que la bautizada no lloró en ningún momento ¿Qué porque no lloró? seguramente porque llevaba un chupete.
21:55 AM: Aquella noche nos alojamos en un hostal porque nuestro dinero seguía en la maleta, que continuaba sin ser localizada. Ni siquiera podíamos cenar porque no teníamos ni para un sándwich. Afortunadamente mi hermanito birló algo comestible y pudimos sobrevivir.
Al día siguiente cogimos el tren – el tren equivocado por supuesto – que nos llevó a Guadix. Menos mal que ese era nuestro pueblo, pero… no teníamos llaves de la casa.
No hubo más remedio que pedir limosna. Por suerte parecíamos tan “pobreticos” que conseguimos lo suficiente para volver a Madrid.
¡Todo ese lio por un bautizo!

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