A
mi primita Marta, que me inspiró para hacer este relato.
07:55
AM:
El tren hacia Málaga salía a las 09:35. Me acababa de levantar y
aquello era un desmadre. El taxi llegaría en menos de media hora;
las camas sin hacer, el desayuno no estaba servido…
08:13
AM: No
había progresos y el taxi llegaría en 45 minutos. Salí disparada a
mi cuarto; hice la cama, me vestí, me peiné y aun así… nadie
estaba listo.
Mi madre miró la hora
asustada – ¡son las 09:04! – bajamos rápidamente, cogimos el
primer taxi que pasaba y logramos llegar a la estación. Eran
exactamente las 09:32 cuando subimos al tren… y entonces ocurrió:
- ¡La maleta! ¿Dónde está? – Preguntó mamá.
Nos
la habíamos dejado en el taxi. Bueno ya estábamos en el tren; sin
maleta, sin ropa, sin dinero, sin nada…
11:17
AM: Rumbo
al bautizo, con mi madre – la madrina – que apareció en la
iglesia jadeando, con un disfraz de fiesta que compramos en un chino
cercano a la estación.
Pero
la cosa no acabó aquí ¿cómo definir el desastre monumental de la
iglesia? El padrino encendió la vela y accidentalmente prendió la
sotana del cura. Lo milagroso fue que la bautizada no lloró en
ningún momento ¿Qué porque no lloró? seguramente porque llevaba
un chupete.
21:55
AM:
Aquella noche nos alojamos en un hostal porque nuestro dinero seguía
en la maleta, que continuaba sin ser localizada. Ni siquiera podíamos
cenar porque no teníamos ni para un sándwich. Afortunadamente mi
hermanito birló algo comestible y pudimos sobrevivir.
…
Al
día siguiente
cogimos
el tren – el tren equivocado por supuesto – que nos llevó a
Guadix. Menos mal que ese era nuestro pueblo, pero… no teníamos
llaves de la casa.
No
hubo más remedio que pedir limosna. Por suerte parecíamos tan
“pobreticos” que conseguimos lo suficiente para volver a Madrid.
¡Todo
ese lio por un bautizo!
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