Eres un santo, Fermín, aunque algo temerario.
Ya me han contado tu hazaña durante el encierro. Así que viste a aquel niño
soltarse de la mano de sus padres, colarse la valla y plantarse en medio de la
calle, a cincuenta metros de la turba que corría delante de los toros; lo
alzaste en vilo y en segundos lo devolviste de nuevo a sus progenitores. Apontocado
en el cercado, completamente beodo, viste asomar a un toro empitonado y raudo
como un molinillo dando vueltas con el rabo. ¡Ampárame Santa María la Real!, gritaste antes de caer de bruces al suelo. El toro, despistado, saltó por
encima de ti sin rozarte siquiera. Lo que te digo, ¡un santo! Escapaste por los
pelos, pero tu afición a la bota te va a matar, así que bájate de la peana, San
Fermín, no sea que vuelvas a caerte.
Me he reído mucho. Me gusta el tema.. Enhorabuena Carmen
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