La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

miércoles, 29 de enero de 2025

Entrevista a Marina Tapia, autora de "Piedra que mengua"

 



Háblanos un poco de ti como poeta.

Bueno, antes que nada, ¡gracias por la oportunidad de compartir mi quehacer literario, gracias por esta entrevista! Escribo poesía desde muy pequeña, desde los ocho años aproximadamente llevaba a mano cuadernillos y libretas para apuntar historias que luego fueron derivando en poemas. Disfruto mucho observando el mundo, escuchando a los demás, paseando por la naturaleza, fijándome en detalles sencillos que pasan desapercibidos: todo ello me conduce a la poesía. También la lectura de poemarios interesantes con los que se establece un diálogo sutil e íntimo. Para mí la poesía es un estado receptivo y de permeabilidad, es mantener esa actitud de seguir asombrándose ante la realidad. También me gusta estar en contacto con otras personas lectoras y escritoras a través de la didáctica (impartiendo talleres) ¡eso me enriquece muchísimo!

¿Qué podemos encontrar en este libro?

“Piedra que mengua” fue escrito en un rapto. Me desperté de noche con una imperiosa necesidad de escribir, envuelta en un arrebato casi místico, instalada en la cabeza una sola idea y un palpitar: soy esa roca viva que tiene voz, soy ese magma solidificado que permanece. Soy kefás, piedra simbólica que se manifiesta a través de la poesía. Juan Ramón Jiménez creía que algunas veces “una embriaguez rapsódica, una furia incontenible empieza a dictarnos”. Quizá sea esa la explicación de este libro. Y por eso siento este poemario no sólo mío, sino de todas las voces que, a través de las lecturas y las búsquedas, han ido anidando en mi interior. Podría decirse que he dejado la puerta entreabierta para que los versos de autoras y autores de distintas épocas pasen y se acomoden. La intertextualidad está muy presente en “Piedra que mengua”: Gabriela Mistral, Antonio Machado, César Vallejo y tantos otros se citan en sus páginas, pero también voces más actuales como la de María Ángeles Pérez López o Juan Carlos Friebe van anudándose a la mía. Encontrareis en este trabajo una búsqueda interna que parte de un elemento tan sencillo y a la vez tan simbólico, pilar de tantas culturas y generaciones. Siento que se vincula a una corriente que cada día cobra más fuerza y que podríamos llamar ‘Ecomística’; es decir, un movimiento que pretende volver la mirada del ser humano (egocéntrica y altiva tantas veces) a la tierra, a esas riquezas naturales que son un verdadero regalo. El telón de fondo de la Cordillera de los Andes también está presente en mi poemario. Hay algunos juegos de poesía visual y un poema con la estructura del soneto. Creo que es un libro dinámico pero que siempre intenta mantener un hilo conductor: la materialidad que puede ser trascendida. Un conjunto que desea hacernos reflexionar acerca de cómo nos estamos desenvolviendo en el entramado de la vida del planeta.

¿Por qué elegiste ese título?

Me pareció sugerente y que reflejaba a la perfección nuestra paso por la tierra, y ese desgaste natural fruto del transcurrir dell tiempo. La vitalidad y lo compacto de nuestra existencia se van transformando: nuestro cuerpo se vuelve más frágil, hasta nos empequeñecemos en tamaño, literalmente. Pero este proceso tiene, eso sí, algo positivo: permite que nuestro espíritu se torna más abierto −el dolor de la vida nos pule− y nos lleve a la búsqueda de lo esencial.

¿Qué aporta la poesía al mundo?

¡Muchísimo! Congrega palabras para formar imágenes que definen a la perfección conceptos complejos de explicar, da textura al lenguaje, lo engalana con el colorido de los sentidos, juega y acentúa esa musicalidad de las palabras, da voz a tantas realidades que permanecen en los márgenes de la sociedad, permite seguir avivando el espíritu creativo de la niñez, inventa nuevos lenguajes a partir del nuestro (tan estructurado, vacío e incompleto muchas veces), acompaña con sus versos luminosos los momentos más difíciles de la existencia; pero, lo principal: logra que los seres humanos salgan del círculo del yo, y de sus restringidas conversaciones, y den el salto hacia una voz universal y única.

¿Si tuvieras que elegir un título para este poema, cómo lo llamarías?

 

Escalera crujiente,

trozo de bosque organizado

por el que ir hasta la cumbre

de aquel desván lleno de sueños,

pájaros silenciosos

que viajan sin ruido.

Sobre ti estaba el premio

cubierto por el polvo

y lo muerto vivía

para mí, en mis ensueños.

Hogar sin sótanos,

todo aquello era hermoso

porque estaba creando su recuerdo;

viviéndote, sentía

que de algún modo ya te recordaba.

Y siempre que te acercas

entre la niebla, oigo

cómo se queja suavemente,

enmohecido por las lluvias,

el pesado cerrojo de una verja.

La del jardín acaso.

 

Lo llamaría”Incógnita”

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