Estimados propietarios de
General Yagüe 2, al que Dios tenga en su gloria: permitidme, en primer lugar,
como administrador vuestro que soy, que os trasmita un mensaje de compromiso
con mi vocación de servir a esta comunidad con lealtad, responsabilidad y total
entrega. Por tanto, os agradezco que me permitáis compartir con vosotros unos
minutos en esta noche tan especial de reunión ordinaria. Se dice, y es verdad,
que el mundo no vive tiempos fáciles. Quizás nunca lo sean del todo pero los
actuales son, sin duda, tiempos de mucha incertidumbre. De cambios profundos y
acelerados en muchos ámbitos que provocan preocupación e inquietud tanto dentro
como fuera de nuestra agrupación. Todo cuanto hemos logrado, a lo largo de
estas décadas, no se ha generado de manera espontánea; es el resultado del
proyecto común de decenas de vecinos con una idea clara y unívoca de su
comunidad. Así, unidos, hemos forjado un bloque ejemplar, el número 2. Las consecuencias
para nuestra propia cohesión como comunidad de propietarios, siempre se han
visto amenazadas por problemas de la más diversa índole: las viejas calderas,
los excrementos caninos o las invasiones perro flautistas, son sólo algunas de
las serias preocupaciones que tenemos en la comunidad de propietarios de
General Yagüe 2, que Dios guarde en su gloria. Pero ahora, por desgracia, nos
enfrentamos a un nuevo tipo de amenaza: el ruido. Un mal como jamás había
conocido el portal número 2. El progreso de una comunidad depende en gran
medida del carácter de sus vecinos. Es por eso que ahora, estimados
propietarios, os pido fortaleza, templanza y convicción para enfrentar al
enemigo. No ha de temblarnos el pulso. Es absolutamente imprescindible acabar
con el ruido antes de que este acabe con nosotros. Nosotros, que hemos
levantado, entre todos, con tanto sudor, una comunidad de vecinos fuerte,
saneada y ejemplar.
El ruido amenaza con destruir
nuestra entidad, torpedeando el edificio de manera intolerable. Nosotros,
trabajadores decentes que madrugamos, no podemos permitir que el ruido nos
quite horas de sueño o nos impida comunicarnos con nuestros hijos. El ruido,
esto quiero recalcarlo, va contra la esencia de todo lo que tanto tiempo nos ha
costado construir. Y no hay más solución que acabar con él. Para siempre y de
raíz, cueste lo que cueste.
El tiempo no se detiene. Y
esta comunidad no puede quedarse inmóvil ni ir por detrás de los
acontecimientos. Tiene que seguir recorriendo su camino mirando siempre hacia
el futuro. Avancemos con ambición. Confiemos en nosotros mismos, en los valores
compartidos por esta comunidad. Por delante, tenemos un horizonte de
oportunidades. No trunquemos las esperanzas de futuras generaciones. De todas
las propuestas barajadas, la idea de levantar un muro insonorizado parece la
más viable, barata y efectiva.
Pensemos en grande. Todos
juntos. ¡Insonoricemos!
Así pues, permitidme que os
felicite por la decisión que habéis tomado. Un ejemplo de fortaleza para el
resto del barrio. Hoy, queridos vecinos, comienza una nueva era para todos.
Vivan las cuotas.
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