Con las primeras luces del día,
confiesa Antón “el rapaz”, ahora vecino de Wadis haberse levantado hoy. Dice
haber hecho noche en las caballerizas de su amo don Diego Alonso Aragonés,
maestrescuela. Hace larga alabanza por el buen trato que deste recibe y por
todas las atenciones que su amo le dispensa, que en buena hora lo encontró y a
sus nobles animales con los que duerme; nobles en demasía para tanto villano
como anda suelto por ahí. Y a juzgar por cómo mira al alguacil, más parésceme a
mí que es a él a quien dedica dichas lindezas.
No se le conoce oficio alguno, dice
ser criado sin amo, pues sirve ocasionalmente a quien bien le place. Que
desconoce el motivo por el que se le apresa, pero que es, acaso, por lo de la
liebre, que sí, que lo confiesa, que se dedica a cazar liebres y que aquesta
última la fue a cazar muy lejos de las tierras del marqués del Zenete pero que
la liebre corría tanto y tan apriesa que se metió en sus dominios, pero que
otros muchos tienen esta afición y que no se les captura ni sanciona.
Que puntualmente baja a mercadear a
esta muy noble y leal ciudad de Guadix. Y que hoy, muy de mañana, refiere haber
hecho trueque con una vieja mujer, a quien todos conocen por aquí como la vieja
Lema. Una anciana zarrapastrosa que anda zancajeando por las callejas dentro
del recinto amurallado de la ciudad; cargada esta de abalorios, cuentas y
frutillas.
Dice conocerla bien, y que es forzoso
que todos la conozcan pues es muy artera en fraguar y ligar asuntos amorosos y
en mediar en otros de dudosa índole. Asuntos que nada le competen, pues es en
extremo metijona y al decir de muchos, hasta sabe embrujar, y que aún hoy
recorre la villa de parte a parte a pesar de su ancianidad. Esta dispone de una
amplia clientela a la que poder engatusar.
Refiere que esta mañana hizo trueque
con ella, una buena pieza de caza: una hermosa liebre de largas orejas a cambio
de dos celemines de trigo blando, trigo que hizo bendecir en la Iglesia Mayor
antes de amasar.
Al ser interrogado sobre el porqué
mandó facer aquello responde que porque la tal Lema, ya le había advertido
mucho acerca desto, que ella dijo
-Y
tened presente lo que sale por la boca de vuesa merced, no vayáis a dixir a
nadie quién os proporcionó aquete trigo, y si esto facéis ansí, Dios te lo
premie, a cambio no diré yo esta boca es mía a cuenta desta liebre que de
cierto sé, la robas en tierras del marqués.
Y
como no era la primera vez que abortaba sus malas artes, prefirió curarse en
salud y facer bendecir el trigo, que desta manera se ahorraba males mayores.
Después dice haber comido deste pan ya horneado, añadiéndole una medida de vino
como es su costumbre y quedarse tan plácido y satisfecho que al poco quedó
dormido contemplando la luna, chica como la luz de una antorcha, alumbrando su
cara, hora si, hora no, según la negrura o la largura de la nube viajera que la
traspasara.
Que
recuerda le golpearon y después se vio preso. Y que aquí lo truxo el aguacil en
mala hora.
Jura
y perjura no haber tenido tratos con el maligno. Jura no conocer otro nombre
que el de Antón, pues es ansí como lo
han llamado desde rapaz, aunque más le place el de “rapaz”, pues de aquesta
manera lo llaman todos.
Declara
vivir a la intemperie desde que se conoce, merodeando por lugares con otros
hideputa. Confiesa haber pasado la mayor parte de su vida herido y maltrecho,
abandonado de su parentela a los que no conoce. Y que pasar la vida entre
sangrías y purgas no es plato de buen gusto para ningún cristiano. Tanto es
ansí que dice haber estado a punto de morir a causa de unas malas calenturas. Y
que si está vivo es gracias a un accidentado chapuzón que dio en la fuente que
mana en las eras de San Antón. Aguas
estas que según el hablilla del común, curan calenturas y tercianas.
Después
desto, declara que lo acogió en su casa un tal maese barbero hasta que halló
mejoría. Y de seguido, no teniendo a dónde ir, todo fue sobrevivir de lo que
sobraba a los charlatanes, vagabundos, y otras gentes de mal vivir y peor
folgar.
Refiere
también haber sido alojado por un viejo santiguador que en mala hora fuera y le
parta un rayo donde se halle pues esto le causó harto daño. Y que si no creen
ustedes lo que dice, pueden vuesas mercedes llamar a aqueste su amo de ahora,
don Diego Alonso Aragonés que aqueste dará cuenta y razón de su persona.
Aquesto
se consideró por este tribunal y así se fizo, quedando todo aclarado, y
satisfecha la cantidad de dineros que valía la liebre al administrador el
marqués.
En
la ciudad de Wadis, a 20 de febrero de
1523.
Me encantan estos relatos, nos da la visión de la vida tan dura que se vivía , gracias una vez más por compartir estas maravillosas historias Carmen!!!!!
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