La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

sábado, 14 de septiembre de 2019

EN OCASIONES, por Pepi Bobis Reinoso.





         Estaba lloviendo a cántaros sobre el vientre de aquella tierra nueva.  Pertinaz, la lluvia horadaba el firme y desgajaba las piedras que, como gajos de naranja, se desprendían para dejar paso a un pozo de ausencias.  Sin piedad, un cielo “anunciador” de nuevas plagas y tormentas alentaba a Caronte a remar con coraje y, aquella barca, sobre el río que había hilado la lluvia, llegó a la orilla por donde –indefensa- se escapaba la vida.

Fue entonces cuando me di cuenta, de que en ocasiones cuento cosas que no sucederían nunca. Si no fuera porque en la inconsciencia de ese valle amargo en el que flota tu perseverancia y mi desdicha, la rosa temprana que a veces te hace despertar, se diluye entre líneas de fango que, entremezcladas con los apuntes de aquella historia que no pudimos vivir, forman parte de la idiosincrasia de ese pueblo entretejido a golpes de martillo y soledad.

Habitamos y desfallecemos en nosotros.
Como las amapolas,
como el zángano ante su reina.

         Y yo, me convierto en estatua de sal para que el agua me arrastre hacia el centro de la existencia.

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