Se lamenta el tiempo,
me observa acallándolo
con su propio silencio,
contrariado,
se aparece dentro de mí
trucando mis tripas
con espejismos de culpabilidad.
Mas se ha de lamentar,
pues soy un creador,
y a su constante avance
y amenazas de muerte no temo.
Se ha de lamentar
de que haya aprehendido a convivir con él
y hoy
le esté agradecido, puesto que
sin su inercia en mí y escalofríos,
me sería imposible hilar con calor
los versos que hoy
le dedico.
Se lamenta el tiempo
de ser su amigo.
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