Con estiércol de res la roja arcilla
amamanta sus ávidos terrones,
que chupan de las bostas los pezones
para dar de comer a la semilla.
Surcan la tierra igual que una
cuchilla
oxidados arados y azadones,
y en los heridos surcos los peones
siembran y siegan antes de la trilla.
La tierra es sólo trigo y alimento,
y al cielo mira siempre con recelo
quién obtiene del campo su sustento.
Las rapaces observan en su vuelo
los trigales de un campo, tan
sediento,
que sólo se ve amarillo desde el
cielo.
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