Cuando
la lengua sirve para unir a los pueblos,
se
convierte en un tributo a la universalidad
de la
palabra.
Cuando
los pueblos se contagian del verso,
las
diferencias se alejan de los párpados.
Cuando
luchamos por los valores humanos,
la
rivalidad y la injusticia se esfuman.
Dejamos
la culpabilidad
de la conquista con la sangre
y la
espada, para unirnos en igualdad
por el nexo de unión
de la
sabiduría de saberse en el otro;
porque
es el territorio común de la Paz, la rama y el olivo.
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