El viento es una respuesta
entre los árboles.
Pequeñas e íntimas profecías
abrazando el aire.
Pequeñas llamas que limpian
los bordes de los ríos.
Las flores que un día perdimos
en los ojos.
Las flores que adornaron nuestros
cuerpos.
Las flores que no ofrecimos cuando amar
era el reclamo.
Era el viento que susurraba a los caballos.
La lengua que disfrazaba poemas
a la sombra de los lirios.
Éramos el verbo inverso, bendito.
Ya lo sabes:
las flores que
murieron en los jarrones.
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