El bosque era un tapiz
ondeando entre las hojas secas,
por la voz perdida de las ramas.
Era un deseo adherido a la savia de los árboles,
un rumor agotado por la fuerza del viento.
Susurraba lento, apresado por la montaña,
apresado por la lluvia,
apresado por la turbulencia de tus besos.
El bosque creía ser un labio,
o un mar perfecto muriendo en la orilla.
Sin saberlo dejaba impresa una palabra,
esquivaba la virtud a través del eco.
Todo era perfecto en tu ventana.
Como el bosque , dejabas entrar a tu lecho.
Dejabas en el aire una pregunta,
dejabas incierto sabor a consuelo.
Y el bosque como tapiz,
dibujaba la silueta que decía ser tu hambre,
tu cielo, tu sexo;
apresado una vez más,
por la turbulencia de tus besos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario