Irrevocable aquel sueño
agónico,
regresa como delirio lúgubre.
Llevo un cuchillo envuelto
en la sombra magenta del
costado.
Afilada hoja que corta o
libera
las maniatadas manos
de uno o varios hombres.
Palidece el sueño donde las
manos,
cercenadas, caen graves
hasta el suelo.
Festín macabro para las aves
carnívoras   y recias.
Pájaros  de hambre voraz,
que cesa fulminante 
al contemplar las uñas
solas,
clavadas en la  arena.
Espejuelos  siniestros de alabastro,
replicantes corneas, que al
sol espantan.
Uñas huérfanas de  manos y dedos,
diabólicos seres que crecen
sin pausa.
Atroz sueño,  enloquecidos rostros 
que aprieto contra mi pecho
mudo
para ocultar la mirada  de los hombres
sin manos, que  he cortado o liberado.
Noche luctuosa
cuajada de tréboles
litúrgicos.
 
 

 
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