Antonio Enrique nos ha obsequiado a los lectores con
un libro originalísimo, tal como ya nos tiene acostumbrados. Es una reflexión
en primera persona sobre la muerte y por ende sobre la vida. Con el sugestivo
título El relámpago sobre el jazmín, nos
introduce en el misterio de la reencarnación entendida como la trasmigración
del espíritu en un nuevo cuerpo tras la muerte biológica.
El
relámpago sobre el jazmín es
la bella metáfora de la que se sirve para describir la experiencia consciente
de haber existido en otra vida. La luz, entendida como la revelación de algo de
gran trascendencia; el jazmín como el milagro frágil y efímero de la
existencia. ¿Quién no ha sentido alguna vez ese “déja vu”, esa sensación de
haber ya estado en un lugar que se visita por primera vez, de haber mantenido
la misma conversación o de haber conocido a alguien al que apenas acabamos de
conocer, la trasposición de las fichas del archivo de una memoria remota al
presente?
El autor, en su última obra, aun no se ha
desprendido de la etapa reflexiva autobiográfica en la que escribió sus
Memorias. Este es un libro marcadamente autobiográfico, pues en él podemos
adivinar en algunos de sus personajes, personas reales que forman o formaron
parte de su vida, lugares donde reside o residió, etc. El relámpago sobre el jazmín es una hibridación de diferentes
géneros: novela, biografía, ensayo y poesía. Se nos cuenta una historia en la
que el autor es el protagonista, pero además podemos conocer en ella detalles
de su vida, de sus apreciaciones, de sus creencias. En este libro perviven
ideas ya planteadas en algunas de sus obras, como es el caso de la novela La luz de la sangre en la que Antonio ya
inicia una incursión reflexiva acerca de la muerte y el más allá. El título de
esta novela ya es un símil de aquella. El lenguaje es cuidado y rico, como en
toda la producción literaria del autor, de un ritmo muy logrado, tanto que
cuando llegas al final tienes la sensación de haber estado escuchando una pieza
musical. El lenguaje poético está presente en toda la obra. Metáforas excelsas: Pero con lo que no contaba yo al borde del
abismo es con esa esfera de luz irredenta que estalla en las manos, y llaman el
alma; comparaciones extraordinarias y atinadas: El cuerpo se relaja tanto que se va distendiendo, como si tú fueras una
torre humana que se va derribando hacia dentro y los muros ceden... / Aquí se
queda el cuerpo también, como si fuera la muda de la piel de una serpiente
hecha un ovillo a tus pies. Esta obra en prosa no escapa al lirismo como
ocurre con todas sus obras, porque Antonio Enrique es en su esencia poeta, un
gran poeta.
Leer El
relámpago sobre el jazmín me ha hecho sentir ternura por la fragilidad de
todo ser viviente, asombro por el misterio de la existencia, que no es sino un
aprendizaje, una oportunidad para entender que no somos sino partículas de un
todo, estrechamente conectadas y dependientes, polvo de estrellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario