Hacía tiempo que no me sumergía en una lectura tan
amena e inquietante como la de esta colección de cuentos de Fernando de
Villena. La lectura, además de un recurso cultural y evolutivo es también un
placer. Y es que, como bien apunta Daniel Penac, “leer es uno de los pocos verbos
que no soportan el modo imperativo como amar o soñar”. La lectura tiene un
componente emocional espontáneo que nace del corazón, o no nace. Cuentos de misterio en la Alpujarra posee
esos ingredientes que atrapan al lector, también emocionalmente, pues tiene la
cualidad de hacernos empatizar con un personaje, sentir aversión por otro,
llorar, enfadarse, sentir entusiasmo, angustia, hacernos sonreír..., pero
además, tiene la capacidad de hacernos “sentir” en la acepción sensorial de la
palabra; nos hace ver mediante sus descripciones, ese paisaje agreste de la
Alpujarra, temblar de frío, percibir sus aromas; pues su prosa apela a nuestra
memoria sensorial, directamente conectada con las emociones.
Estos cuentos evocan a los clásicos, a las Narraciones inverosímiles de Pedro A. de
Alarcón; las Leyendas de Gustavo A.
Becquer; los Cuentos de terror de
Edgar A. Poe; Relatos de misterio y
suspenso de Charles Dickens o cualquier otros tradicionales que se contaban
al amor de la lumbre. Poseen las características propias del cuento de
misterio: presencia del elemento fantástico, creación de una atmósfera
opresiva, incertidumbre, tensión, verosimilitud, giros inesperados, etc. La
autenticidad de las historias la consigue Villena a través de su conocimiento
de los usos y costumbres del lugar, de expresiones de la zona, de esa previa
inmersión en el ambiente en el que suceden las historias.
Este libro es un imán que nos arrastra a conocer
estos pueblos ocultos, cuyos nombres ya desprenden vapores del inframundo: Soportujar,
Pitres, Pórtugos, Ugíjar, Torvizcón, Jorairatar, Carataunas..., impregnarnos de
esos ambientes rurales, de esos objetos sometidos a la intemperie como paredes
agrietadas y desconchadas, puertas carcomidas y bisagras oxidadas.
La mayoría de los cuentos se inspiran en mitos que
forman parte del imaginario colectivo de los pueblos: tesoros enterrados,
aojamientos, suicidios, aparecidos, brujas, crímenes no resueltos, etc. pero
con el sello distintivo del lugar en que acontecen, la Alpujarra.
Fernando de Villena se mueve como pez en el agua en
el género del cuento, sabe crear la atmósfera adecuada y agrega siempre esa
pizca de gracejo que propicia la complicidad con el lector. La lectura de este
libro es un disfrute que no te puedes perder.
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