La Oruga Azul.

La Oruga Azul.
La oruga se puso azul turquesa, porque presa de la luz de la poesía, reposa en las cuartillas de la mesa impregnada de tinta y fantasía… (Antonio Peláez Torres),

jueves, 19 de junio de 2025

AHORATELEO, revista literaria. Número 12. junio de 2025.

 



Editado en Guadix, Granada 


Entrevista a José Luis Raya, autor de La turbulenta vida de Sandra Almodóvar.




Háblanos un poco de ti

Nací en Guadix en 1963 y mis recuerdos no son de un patio de Sevilla, sino de un cerro árido ubicado en la zona alta de la humilde calle San Marcos. Allí me sentí arropado y querido por abuelos, tío y primos que vivían muy cerca de la casa cueva donde nací. Como éramos una familia sin recursos, leía y releía con voracidad los escasos libros que encontraba esparcidos por cualquier rincón. Mi tío Miguel me socorría con algún libro de su, para mí, amplísima biblioteca. Ahí surgió mi pasión por la lectura y la escritura, por eso me hice profesor de Lengua y Literatura, si bien me hubiera gustado ser escritor y vivir de esta tarea. Muchos son los llamados y pocos los elegidos. Mi formación fue lenta debido a esa escasez de recursos; sin embargo, fueron los clásicos de nuestra literatura los que alumbraron mi camino. Otro día contaré la notoria arbitrariedad de las grandes editoriales para contratar a “esos elegidos”. Es una pena que haya grandísimos escritores (-as) en la sombra de este caprichoso mundo editorial.


¿Qué podemos encontrar entre las páginas de La turbulenta vida de Sandra Almodóvar?

 Se trata de la biografía novelada de una artista trans que se está convirtiendo en un icono de una época dura y turbulenta, cuajada de homofobia y transfobia. Sandra Almodóvar fue encarcelada sencillamente por querer ser mujer. Su vida, atormentada y apaleada, fue ensartada también por momentos hilarantes, de lo contrario no hubiese entendido que hubiera sobrevivido tanto tiempo. Este mundo puede ser tan maravilloso como cruel. 


¿En qué reside la fuerza de este libro?

En la fuerza del amor. A pesar de todo el odio que a Sandra se le transmitió con todo tipo de insultos, vejaciones y golpes, ella lo transformó en amor. Ella desprendía optimismo, vitalidad, dulzura y amor. Lo que más he admirado era la actitud que mantenía ante un mundo que la había pisoteado. Sandra nos ha dado una lección de vida. 


¿Cómo describirías tu trayectoria? 

Yo parto de un lema: escribe lo que a ti te gustaría leer. Y de otro mucho más importante: si se desea captar nuevos lectores y mantener los que vas consiguiendo, has de mantener un cierto equilibrio entre información, entretenimiento y reflexión. Debemos pensar que nuestro libro tiene muy serios competidores, desde las RR.SS. hasta las plataformas digitales, televisión o los videojuegos. Algunos de mis lectores me aseguran que cuando llegan a casa, después del trabajo, no enchufan el televisor, sino que continúan con la lectura. Esta es mi principal motivación. Ahora he concluido este libro que se diferencia de los anteriores en que se trata de una biografía novelada. Como ya lo hiciera Truman Capote en A sangre fría, he ido entrevistando, analizando documentos o contrastando. Lo difícil ha sido ensamblar toda la información recopilada para crear una novela adictiva y de calidad literaria. Este es el objetivo que persigo en toda mi obra. Reto conseguido. 


¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste? 

Suelo leer varios libros a la vez, últimamente no me centro en uno solo. Soy un poco promiscuo en este sentido. Suelen ser de géneros diferentes: novela, ensayo o poesía. Me gusta ir descubriendo nuevos autores y regresar a los que son mis amuletos: Murakami, Muñoz Molina o Saramago entre otros. Los escritores debemos tener estos autores fetiche que nos ayuden a progresar estilísticamente sobre todo. Por ello estoy ahora deleitándome con el libro de relatos “Vicisitudes” de Luis Mateo Díez: una verdadera joya literaria. 


¿Algún nuevo proyecto? 

Como algunos saben, he sido siempre un seguidor del género fantástico y de terror, así que retomaré la novela corta de terror gótico que dejé aparcada para iniciar la biografía novelada de Sandra Almodóvar, cuyo título provisional es La aldea muerta, ambientada en el norte de España durante las guerras carlistas. A continuación, he pensado iniciar una novela de testimonios y entrevistas centrada especialmente en hombres homosexuales casados con mujeres. Hablando con algunos de ellos, consideré que sus vidas son perfectamente novelables, al menos formalmente como relatos. Cada entrevistado ocupará un capítulo, será su propio personaje, dueño de su historia y podrá aparecer con su nombre real. Hay algunas historias tan tormentosas y atormentadas que merecen ser leídas o escuchadas. Otras se resolvieron de una forma increíble y otros siguen casados y muy felices, demostrando que el amor es mucho más flexible y poliédrico de lo que creemos o nos han hecho creer.

Entrevista a Ángel Olgoso, autor de Madera de Deriva.



Háblanos un poco de ti.

Me temo que soy un tanto pudoroso y poco dicharachero. Podría resumirme diciendo que soy un escritor por escrito -poco dado a las actividades extras propias últimamente del gremio- que comenzó con la poesía a los doce años y que luego escribió relatos desde los diecisiete hasta los sesenta, unas setecientas narraciones en total. De hecho, creo que me he dado a luz a mí mismo, literariamente, tres veces, son como tres caídas del caballo camino de Damasco: en 1973, interno en La Salle, descubrí la luz y la caricia de la palabra poética; en 1978, en la casa paterna de Cúllar Vega, fui inoculado por el virus infeccioso del relato; y en 2020, en La Zubia, dije adiós a la ficción y acogí al género híbrido (al que ya había tanteado con anterioridad en bastantes ocasiones). Para abundar un poco en este tema tan poco interesante, uno mismo, podría añadir que siempre he considerado a la realidad como una ordinariez, más aún, como un veneno, y la literatura o la creación artística como su antídoto, junto con la dulzura de los afectos humanos; que me fascina la imaginación y la extrañeza, es decir lo excepcional; y que adoro la belleza del lenguaje, del idioma tornasolado y bien aquilatado, de las palabras vivas o muertas. En definitiva, me esfuerzo de buena gana en pensar cosas en las que pienso que los demás no pensarán.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Madera de deriva?

Podría definirlo como un ‘collage’ literario, un prisma de universos verbales decantados y fronterizos, una obra miscelánea -como su título indica- donde conviven crónicas viajeras, apuntes ensayísticos, especulaciones singulares, el negativo de relatos posibles que nunca fueron escritos, evocaciones, entradas de diccionario, apólogos, viñetas de perplejidad sensorial y metafísica. Este volumen híbrido explora la tensión entre el mundo exterior y un yo de vibración discreta, con menos ataduras y liberado ya del corsé de la ficción pero con la exigencia estética de siempre. “Madera de deriva” es una apuesta inclasificable por lo disperso y marginal, por el brujuleo de lo íntimo, por la búsqueda de nuevas posibilidades creativas y conceptuales. Libros del Innombrable, la exquisita y heterodoxa editorial aragonesa que lo ha publicado, califica el libro certeramente como “textos libres, irónicos y profundamente literarios”. Y Eloy Tizón, en la contraportada, habla de humor melancólico, de “un modelo de cuento desabrochado y libre en el que no escatima los juegos con la Historia y la ciencia, la cita culta y oportuna ni la imaginación metaliteraria”.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Creo que en dos componentes. Por una parte, en la absoluta libertad que me ha proporcionado el no estar sujeto por las bridas y convenciones de la ficción, en el placer que me ha procurado experimentar intelectualmente, expandir los límites narrativos, dar rienda suelta a mi gusto por la epigrafía (el arte de las citas), dejarme llevar por cualquier registro o textura, por cualquier especulación literaria, social o metafísica. Y, por otra parte, en el hecho de que “Madera de deriva” vaya a contracorriente de mucho de lo que se publica en la actualidad. Tanto es así, que quizá podría fantasearse con una faja publicitaria del siguiente jaez. “Un libro para los que gustan de la literatura que sabe a literatura”.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Ha sido una corriente continua que se inició en la niñez por compulsión propia y que ha fluido casi sin interrupción, con breves períodos de estiaje. Echando la vista atrás, veo coherencia y, al mismo tiempo, evolución. Me da también la impresión de que he escrito muchísimo, una veintena de libros. Una barbaridad teniendo en cuenta que siempre me he visto obligado (aún hoy) a arañarle desesperadamente tiempo al trabajo alimenticio, teniendo en cuenta que me cuesta muchísimo esfuerzo escribir (mi técnica de la taracea lingüística es lenta y minuciosa, hay relatos que he tardado meses, años e incluso décadas en terminar), y teniendo en cuenta por último que en lo personal hay que arrancarme las palabras con tenazas de sacamuelas. Y si al corpus de relatos se le une el centenar de ‘collages’ (“Nocturnario”), los tres libros misceláneos (“Tenue armamento”, “Un unicornio fuera de su tapiz” y “Museos imaginarios”), el poemario de haikus (“Ukigumo”) y la labor patafísica (“Los Escarbadientes Espirales del Institutum Pataphysicum Granatensis”), me considero moderadamente satisfecho, aunque todo ello -como es natural- no se haya traducido en un alegre número de lectores.

 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Acabo de releer por tercera vez “Juan Benet y el aliento del espíritu sobre las aguas”, de Eduardo Chamorro. Algo intrigante, gozoso, hipnótico, me vuelve a llamar cada cierto tiempo para que retome de   nuevo sus páginas; ignoro si el cebo reside en el memorable protagonista, en el estilo, la estructura, la voz del narrador o en la amalgama de todos esos elementos. Quizá se deba a que no es sólo un riquísimo sumatorio de los veinticinco años de amistad entre Eduardo Chamorro y Juan Benet. No es tampoco una biografía ni un trabajo crítico sobre la obra de este último, sino una evocación que mezcla -en una deslumbrante coctelera- el retrato jovial y paradójico    de esa figura excepcional de mente y lengua afiladas, el relato del ambiente literario de Madrid entre los años setenta y ochenta con reflexiones de altura sobre la poética benetiana. Un auténtico alarde.  

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Espero seguir publicando los seis volúmenes de mis relatos completos, recopilados temáticamente, en la editorial Eolas. Un proyecto de envergadura que cuenta con prólogos de escritores españoles e hispanoamericanos de primer orden. Tras “Bestiario” (relatos protagonizados por animales o relacionados con ellos), “Sideral” (relatos de ciencia ficción o con cierta vibración de la misma) y ”Estigia” (relatos sobre la muerte), vendrán "Holobionte", (relatos sobre el prójimo y la sociedad), "Ánfora" (relatos de ambientación histórica) y "Maelstrom" (lo fantástico y las manifestaciones culturales).

Confío también en publicar algún día “Mirabilia”, un librito de textos entre lo poético y lo ensayístico que intentan fijar esos elementos maravillosos, esas sensaciones que aún atesora el mundo -o incluso el prójimo- en tiempos como estos, a primera vista tan hórridos y destemplados.

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Entrevista a Marina Tapia, autora de Mixtura.


 


    Háblanos un poco de ti.

Nací en una ciudad muy particular, en Valparaíso, un enclave con una geografía única: puerto en movimiento continuo, casas amontonadas subiendo por sus cuarenta y dos cerros, decadentes caserones estilo inglés, escaleras interminables, perros callejeros por doquier, ‘arte a cielo abierto’ y curiosos funiculares (ascensores). Creo que el paisaje siempre marca. Era un mundo de estímulos, de colores y de cúmulos, la mayor parte del año, grises, un espacio que tendía a la nostalgia, donde en las radios de las micros se escuchaba música desfasada, de la ‘nueva ola’, donde todavía existían ‘emporios’ y locales de aspecto decimonónico o bares de ambiente marinero. Nací dentro de un pasado detenido. Y siempre estuve rodeada de arte y de libros. Mi padre y mi madre se conocieron en la escuela de Bellas Artes y son pintores y poetas. Nosotros, sus hijos, tuvimos la suerte de que nos inculcaran el arte desde pequeños, y de poder desarrollarlo en comunidad, en familia, en diversos talleres y grupos. El arte era un acto cotidiano. Esta base es la que tengo, y sobre ella se ha ido construyendo mi andadura poética. Gracias a mis padres y a su entorno, aprendimos a cultivar la observación detenida de lo que veíamos, a tomar siempre apuntes en libretas que se llevaban a todas partes, a tener una rutina de lectura, a ser críticos con lo realizado, a disfrutar con la creación. Es extraño haber crecido en esa burbuja de creatividad en plena dictadura. El golpe de estado había hecho fracasar la floreciente época cultural que vivieron mis padres: la de la canción popular con Víctor Jara y Violeta Parra a la cabeza. Yo ya nací en dictadura. Hay un verso de mi libro “Corteza” que, de alguna manera, me define y quizá engloba a toda una generación: “soy esa conjunción de mis dolores / el vuelo sobre el cielo del fracaso”.  Volamos desde el dolor de lo real a través del arte. Un proyecto social e igualitario que aplacó Pinochet… pero el canto, la música de protesta de sus canciones jamás murió. Después, ya en los noventa, parte de nuestra familia emigró a Madrid, y luego cada uno ha cogido su propio rumbo: Granada, París, Berlín, Vigo… Creo que lo artístico y el hecho de cambiar de lugar (con todo el camino de aprendizaje personal que eso conlleva) es lo más determinante y es lo que nos define como familia y también de manera individual.

 

     ¿Qué podemos encontrar entre las páginas de Mixtura?

Una amplia muestra de los diez poemarios que he publicado hasta el momento. De cada libro se recogen más de veinte poemas. Y cuenta además con un bellísimo y muy completo prólogo de Juan José Castro. Es una destilación de mi trabajo creativo en el área de la poesía. He intentado que todas las temáticas que he cultivado estuvieran presentes: la identidad femenina, el silencio y la palabra, la naturaleza, el amor y el erotismo, la errancia y la plástica.

Esta mixtura, esta fusión de sustancias interiores, creo que puede dar cuenta de lo que me ha importado siempre: la búsqueda de una voz propia, el deseo de trabajar el lenguaje con mimo, la importancia que doy a los ritmos y a la musicalidad, la necesidad del entorno natural y salvaje para encontrar nuestro lugar en la poesía y en el mundo, y la mirada hacia la otredad, hacia los seres humanos hecha con atención y empatía.

 

    ¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Creo que a pesar de su variedad de temáticas, todas ellas se hermanan en una voz asombrada ante lo observado, un lirismo muy atento a los cinco sentidos, que otorga más plasticidad a los versos. Muchas amistades escritoras dicen que mi poesía es muy sensual y, algunas veces, con un erotismo muy marcado. Creo que este libro a pesar de contener diez trabajos con distintas claves posee un sutil hilo conductor, que es, según mi opinión nada objetiva: la vibración de la voz poética al contemplar el mundo. Siento que hay algo vivaz, no estático, una búsqueda contante. Pero lo más bonito es que los lectores me digan cuál es la fuerza de este compendio. Son las opiniones de ellos las que importan y que, espero, me vayan llegando tras su lectura. Ya se sabe que una vez publicado un trabajo ya no te pertenece, los libros viven de una manera única y particular en cada persona que los lee.

 

    ¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Es posible que haya ido ganando más seguridad a la hora de escribir. Atreviéndome a ser más conceptual y hermética. Con “Piedra que mengua”, no estuvo tan presente la consideración de ser entendida, cercana. Me dejé llevar, fue un rapto. Este último tiempo, me he atrevido con el soneto que siempre impone mucho, y he experimentado con poesía visual, voy dejándome llevar. No hay nada que demostrar. Sólo me acuna esa fascinación por las palabras, ese deslumbramiento de siempre. Voy escuchando a la que dentro de mí habla. También tengo que destacar y agradecer vivir con un gran escritor como lo es Ángel Olgoso. Él es un referente continuo para mí, su independencia, su manera de afrontar la escritura y la lectura, con tantísima entrega y responsabilidad, me nutren cada día. Soy una privilegiada.

 

    ¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

A raíz de ver un documental sobre Ana María Matute (Imprescindibles de RTVE), caí en la cuenta que me faltaba leer alguno de sus libros. Así que acabo de terminar “Algunos muchachos”, una obra densa, que deja estela. Esa manera suya de mezclar la crueldad del ser humano con la inocencia es única. Es como exponer un pecho desnudo y rozagante junto a otro tapado. Es increíble cómo expone las fricciones de la emoción con un pensamiento aprendido.  Es como si desembocaran, en un mismo embalse, ríos opuestos. Muestra el contraste entre clases sociales que tan bien armonizan; como si nos dijera: todos somos hijos de un instinto de supervivencia primitivo. Por eso los lectores nos vemos reflejados en personajes tan diversos y contradictorios: no hay negro sobre blanco ni blanco sobre negro, sólo mixtura humana. En su literatura nada es grave ni categórico, aletea una risa sutil, una ironía mansa que agradecemos. Su prosa tiene flecos. Tiene compuertas desdibujadas donde podemos entrar, si queremos, para hacer nuestras propias interpretaciones. Este conjunto de relatos tiene finales inesperados, nada tópicos. Simbología. Un lugar para las preguntas.

 

    Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Sí, he estado terminando las ilustraciones de un libro de poesía infantil que he escrito. Este proyecto lo tengo hace bastante tiempo en marcha, desde Óbidos, pero he ido aumentándolo y perfeccionándolo, también ‘probando’ mucha de sus poesías con el alumnado de los colegios a los que voy. Mi deseo era que cada poema tuviera su ilustración. ¡Y ya por fin las tengo todas! Todo hecho a mano por supuesto, sin ayuda de ordenadores o de IA, jejeje. Me ilusiona muchísimo ver este libro publicado, poder regalárselo a mi sobrina Minagua (a la que está dedicado), poder hermanarme con tantos otras poetas que admiro que hicieron un espacio a la poesía infantil, además de la dirigida a los adultos, como mis queridas Gabriela Mistral, Gloria Fuertes y Angela Figuera Aymerich. A veces siento que la escritura es también amor hecho palabras, y yo siento mucho cariño por ese niño que todos llevamos, ese inventor, ese mago, ese ‘rimador’, ese fabulador que siempre persiste en cada uno. Quisiera que este libro lleve imaginación y risa a quien lo lea.

 

El relámpago en el jazmín o la trashumancia de las almas, por Carmen Hernández Montalbán.

 



Antonio Enrique nos ha obsequiado a los lectores con un libro originalísimo, tal como ya nos tiene acostumbrados. Es una reflexión en primera persona sobre la muerte y por ende sobre la vida. Con el sugestivo título El relámpago sobre el jazmín, nos introduce en el misterio de la reencarnación entendida como la trasmigración del espíritu en un nuevo cuerpo tras la muerte biológica.

El relámpago sobre el jazmín es la bella metáfora de la que se sirve para describir la experiencia consciente de haber existido en otra vida. La luz, entendida como la revelación de algo de gran trascendencia; el jazmín como el milagro frágil y efímero de la existencia. ¿Quién no ha sentido alguna vez ese “déja vu”, esa sensación de haber ya estado en un lugar que se visita por primera vez, de haber mantenido la misma conversación o de haber conocido a alguien al que apenas acabamos de conocer, la trasposición de las fichas del archivo de una memoria remota al presente?

El autor, en su última obra, aun no se ha desprendido de la etapa reflexiva autobiográfica en la que escribió sus Memorias. Este es un libro marcadamente autobiográfico, pues en él podemos adivinar en algunos de sus personajes, personas reales que forman o formaron parte de su vida, lugares donde reside o residió, etc. El relámpago sobre el jazmín es una hibridación de diferentes géneros: novela, biografía, ensayo y poesía. Se nos cuenta una historia en la que el autor es el protagonista, pero además podemos conocer en ella detalles de su vida, de sus apreciaciones, de sus creencias. En este libro perviven ideas ya planteadas en algunas de sus obras, como es el caso de la novela La luz de la sangre en la que Antonio ya inicia una incursión reflexiva acerca de la muerte y el más allá. El título de esta novela ya es un símil de aquella. El lenguaje es cuidado y rico, como en toda la producción literaria del autor, de un ritmo muy logrado, tanto que cuando llegas al final tienes la sensación de haber estado escuchando una pieza musical. El lenguaje poético está presente en toda la obra. Metáforas excelsas: Pero con lo que no contaba yo al borde del abismo es con esa esfera de luz irredenta que estalla en las manos, y llaman el alma; comparaciones extraordinarias y atinadas: El cuerpo se relaja tanto que se va distendiendo, como si tú fueras una torre humana que se va derribando hacia dentro y los muros ceden... / Aquí se queda el cuerpo también, como si fuera la muda de la piel de una serpiente hecha un ovillo a tus pies. Esta obra en prosa no escapa al lirismo como ocurre con todas sus obras, porque Antonio Enrique es en su esencia poeta, un gran poeta.

Leer El relámpago sobre el jazmín me ha hecho sentir ternura por la fragilidad de todo ser viviente, asombro por el misterio de la existencia, que no es sino un aprendizaje, una oportunidad para entender que no somos sino partículas de un todo, estrechamente conectadas y dependientes, polvo de estrellas.


Reseña a los Cuentos de misterio en la Alpujarra, por Carmen Hernández Montalbán.

 



Hacía tiempo que no me sumergía en una lectura tan amena e inquietante como la de esta colección de cuentos de Fernando de Villena. La lectura, además de un recurso cultural y evolutivo es también un placer. Y es que, como bien apunta Daniel Penac, “leer es uno de los pocos verbos que no soportan el modo imperativo como amar o soñar”. La lectura tiene un componente emocional espontáneo que nace del corazón, o no nace. Cuentos de misterio en la Alpujarra posee esos ingredientes que atrapan al lector, también emocionalmente, pues tiene la cualidad de hacernos empatizar con un personaje, sentir aversión por otro, llorar, enfadarse, sentir entusiasmo, angustia, hacernos sonreír..., pero además, tiene la capacidad de hacernos “sentir” en la acepción sensorial de la palabra; nos hace ver mediante sus descripciones, ese paisaje agreste de la Alpujarra, temblar de frío, percibir sus aromas; pues su prosa apela a nuestra memoria sensorial, directamente conectada con las emociones.

Estos cuentos evocan a los clásicos, a las Narraciones inverosímiles de Pedro A. de Alarcón; las Leyendas de Gustavo A. Becquer; los Cuentos de terror de Edgar A. Poe; Relatos de misterio y suspenso de Charles Dickens o cualquier otros tradicionales que se contaban al amor de la lumbre. Poseen las características propias del cuento de misterio: presencia del elemento fantástico, creación de una atmósfera opresiva, incertidumbre, tensión, verosimilitud, giros inesperados, etc. La autenticidad de las historias la consigue Villena a través de su conocimiento de los usos y costumbres del lugar, de expresiones de la zona, de esa previa inmersión en el ambiente en el que suceden las historias.

Este libro es un imán que nos arrastra a conocer estos pueblos ocultos, cuyos nombres ya desprenden vapores del inframundo: Soportujar, Pitres, Pórtugos, Ugíjar, Torvizcón, Jorairatar, Carataunas..., impregnarnos de esos ambientes rurales, de esos objetos sometidos a la intemperie como paredes agrietadas y desconchadas, puertas carcomidas y bisagras oxidadas.

La mayoría de los cuentos se inspiran en mitos que forman parte del imaginario colectivo de los pueblos: tesoros enterrados, aojamientos, suicidios, aparecidos, brujas, crímenes no resueltos, etc. pero con el sello distintivo del lugar en que acontecen, la Alpujarra.

Fernando de Villena se mueve como pez en el agua en el género del cuento, sabe crear la atmósfera adecuada y agrega siempre esa pizca de gracejo que propicia la complicidad con el lector. La lectura de este libro es un disfrute que no te puedes perder.

 


Entrevista a Fran Ibáñez Gea, autor de "El páramo en estío".




Háblanos un poco de ti.

Nací en Guadix en 1994. Aquí crecí y de aquí me fui a Granada a estudiar filología inglesa. Tras el acopio de títulos viví unos años en Madrid. Como decía Ana María Matute "la literatura es el faro salvador de muchas de mis tormentas" y hago suyas sus palabras, en tanto que ese aspecto, de una forma u otra, siempre ha estado presente en mis días. Como también el arte, el patrimonio y la memoria. 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de El páramo en estío?

El páramo en estío es una invitación. Una ventana abierta a la que asomarse a un mundo olvidado. Es un paseo con los zapatos de nuestros abuelos, sentir el camino, el trote sobre la mula, el peso de los cántaros, el sol de la era... es el retrato de un mundo marginado, sin altezas ni gorgoritos. Simplemente la vida que se germinó y deshojó en la España rural y vacía. 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

En ser el atril en el que muchas personas han podido reflejar sus vivencias, sus recuerdos, haciendo de este libro un diario de la memoria. 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Aunque he tenido algunos proyectos literarios previos, este es el primer proyecto que ha visto la luz como publicación. En investigación sí he tenido varias publicaciones relacionadas con mi tesis doctoral y con la crítica literaria. 

¿Cuál fue el último libro que leíste? ¿Por qué lo elegiste?

Los últimos libros que he leído han sido  _Roma desordenada_ , de Juan Claudio de Ramón; _El relámpago sobre el jazmín_, de Antonio Enrique; y _La península de las casas vacías_ , de David Uclés. Actualmente estoy revisitando la segunda parte de El Quijote. 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Se ha encendido la mecha de un proyecto nuevo. Tengo aparcado algo relacionado con las mujeres de Lorca, también unos cuentos sobre Guadix y algo especial que bebe del Páramo. Todo está por hacer.