jueves, 22 de septiembre de 2022

DICHOSA CONTINUIDAD, por Carmen Hernández Montalbán.

 


Sólo un paso nos acerca más a la meta. Tomaba impulso cada día, sin pensar, como otras veces, que el abismo me habría de tragar sin remedio. Para mí, un solo paso era una lucha titánica por mantenerme vivo. Mi recuperación era una carrera de fondo en la que me abrumaban los obstáculos: la culpa, el miedo, la angustia, la inseguridad, el cansancio, el vértigo, el abatimiento. Sorteaba cada uno sin detenerme, evitando darles nombre, obviando su presencia. Mi perspectiva de la meta era un límite inalcanzable que parecía borrarse en la lejanía; hasta que dejé de mirarla, de pensarla, centré mi atención en aquellos pasos.

Transcurría el tiempo sin yo advertirlo. Me hice amiga de mis pasos, les estreché la mano y les sonreí. Ahora ya no busco la meta, me gusta dar pasos. Me he enamorado del camino.


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