sábado, 29 de enero de 2022

EL GUADIX DE GERALD BRENAN, por Fran Ibáñez Gea.

 


Debió ser en la posguerra cuando Brenan apareció entre los barrancos y laeros que abren paso a Guadix. A la aridez del paisaje en la meseta del Zenete, junto con el tinte carmesí de las minas, se le sumaba un muro de blancura por el picón de Jerez, brazo de Sierra Nevada, que hacía en el horizonte una impoluta división entre la tierra y el cielo. Todavía quedaba sangre seca en los arcenes que las amapolas camuflaban. ¡Anatolia! se pensó. Pues hasta los accitanos, con voz raspada y faz tostada, se le asemejaban turcos. Decía él que al ser un cruce de caminos, una populosa villa sucia y ruidosa, el polvo de los camiones, burros y paseantes cubría de una fina capa los ropajes y pelajes de los viandantes, dándoles un tono ocre, de sucio acostumbrado*. 

 

No le prestó mucha atención a la catedral y se lamentó de que la bella plaza de arcos, que probablemente había conocido antes de la contienda, fuera arreglada con poca primura. Sin lugar a dudas, como lo había sido para otros forasteros y literatos, el foco de la atención en esta visita estaba en el barrio de las cuevas. Anteriormente ya se había documentado sobre los libros de viajes de sus paisanos tiempo atrás, los cuales decían que eran los gitanos los que poblaban estas viviendas. ¡De ninguna manera! exclamaba Brenan, que percibió cómo eran trabajadores y familias humildes, sin alusión a etnias. Quedó tan maravillado de la temperatura que la tierra ofrece que incluso anotó en su Al Sur de Granada (South from Granadael precio que tenía una cueva en libras. Este paisaje lunar, decía, parece haberse cortado como el queso. El geólogo alemán Drasche le dio al loess el nombre de Formaciones-guadijeñas (Guadix-formation) de tan insólito y admirado que es el fenómeno. 

 

También habla Brenan sobre los escritores Shushtari, Mira de Amescua y Pedro Antonio de Alarcón. Conoce la historia y leyenda del premier San Torcuato y se interesó por la novedosa y motivadora empresa que estaba llevando a cabo el entonces obispo D. Rafael Álvarez Lara. Y es que el escritor inglés confesó que "Guadix no es una ciudad feliz" para realzar la deleznable pobreza y hambruna que corrían por los rostros de los accitanos. Fue D. Rafael el que convirtió el palacio episcopal en una espartera, dando de trabajar a cientos de hombres y mujeres para paliar el desempleo estacional que el campo producía. ¡Hasta los niños de las cuevas van aseados y llevan zapatos de alpargatas! y es que este obispo, comentaba Brenan, ha hecho más por la decencia de Guadix que cualquier gobierno español en siglos**.

 

El Guadix destruido y vandalizado que quedó tras la guerra no fue la mejor carta de presentación a nuestro visitante inglés. Un Guadix a expensas de la leche en polvo y el pan de centeno. Un Guadix que migraba al extranjero en cargueros al amanecer y empaquetaba sus raíces a la aventura de su suerte para darle a sus hijos algo de comer. Sus apreciaciones y percepciones sobre la realidad palpable de la ciudad son un retrato humano ante la ruina de un pueblo milenario, con su siempre gota de gracia en el desierto de sus manías. 

 

(*)There is something both harsh and sordid about Guadix whish assails one as soon as one enters it. Since it is a port of call for many sorts of travelling people, there are always gipsies, mules, horses, and donkeys standing about, and rows of lorries drawn up at the entrance. The dry gitty soil gives off a fine dust, so that the men and women one meets look unwashed and dirty, spit frequently, and have loud, rasping voices. 

 

(**) Yet today it is a Bishop of Guadix who has done more to raise the standard of life and decency in this city than several hundred years of Spanish government had done before him (...) I can only say that the new schools erected by the Church in the cave quarter and the clean dresses of the schoolchildren show that, if the esparto factory has indeed made a profit, the money has been well employed. 

 

 

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