miércoles, 29 de septiembre de 2021

ABRAZO, por Tomás Sánchez Rubio.

 



 

                                                                 

                                                                           A la ciudad de La Paz

 

 

 

Quiero que sean mis humildes versos

ofrenda que atraviese las límpidas alturas 

abriéndose paso,

como teleférico soñado,

por surcos de aire y proas de nube, 

desde un corazón

a otro corazón hecho luz primera

bajo la mirada vigilante

del altivo cóndor montaraz.

 

A esta tierra de nombre

tan benditamente necesario,

plena de augurios

y cálidas bienvenidas,

de ritos ancestrales  y fértil cuna,

dedico mi voz y mi aliento

uniéndome en lazo eterno,

desde ahora,

a sus nobles moradores,

mujeres y hombres de cierto

y legendario espíritu invencible.

 

Me hago fértil lluvia en el altiplano

libre y milenario

y, en la senda de otros privilegiados

poetas de inalcanzable voz,

invoco al achachila protector

que se cierne venturoso sobre su

pueblo amado,

monte de cuatro picos

que se elevan en estrellado camino

hacia los dioses, y en cuya falda

todavía me parece escuchar,

estando la noche clara, 

aquella venturosa historia de amor entre el noble Illi

y la doncella Mana, quien cantaba cerca del Chukiyabo

siempre serio, cautivando una y mil veces

a su amado teniendo a la luna

como único testigo sincero del encuentro.

 

Sea La Paz palabra eterna

y sabio código benefactor

para unas almas que,

hablando infinitas lenguas,

encontrarán por siempre en ella

su certidumbre, su refugio

y toda la esperanza que caber pueda

en un mundo mejor.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario