Los adoquines sobresalen desde la infinitud de la calle, todo en ellos es supremo
de un esfuerzo sobrenatural, y sin embargo
el deambular de la muchedumbre aligera los días
eclipsando la elegancia del azul
fomentando el ánimo de percibir ángulos de inocencia
donde sostener su mirada.
Nunca una sensación provocó deslumbramiento tan certero
su retina reveló la ancestral belleza de las cosas
aun cuando la luz del atardecer sobre el horizonte
reflejo rojizo entre tejados
misterio insondable
invocó
el desenfrenado jolgorio a la salida del patio.
Pálpito cercano al corazón
tibieza del rocío sobre la hierba
explosión de amapolas crepúsculo de espigas
tránsito aferrado en el dorado de carey
iris empíreo
la ancestral
belleza de las cosas.
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