Parece que ya no hay música en el jardín,
que Eros no palpita en las flores,
que sus pétalos erguidos no conmueven.
Dime, que hoy, todavía queda brío en la membrana del deseo.
Dime, que cuerpo, hambre y sed,
no son fríos acentos en esta lluvia de invierno.
No te vayas, Dios del amor, mar ardiente,
golpea fuerte con tus olas despiertas.
Cascabelea corazón,
cántame y yo te canto.
Silba en la sombra,
no te rindas en la sequedad de mis labios.
Te he amado tanto,
que no cesan tus primaveras en mi perfume,
es tan bello reconocerme en tu canto,
y saberte caricia en mi arruga,
que morirme en tu adiós, es un sueño.
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