Tuve miedo de caer
en el interior de una amapola.
Se creía dueña de mis manos y de mi tacto,
baluarte eterno que
riega las olas,
mientras el alba,
aturde la armonía.
Tuve miedo de caer en el sopor
de las estrellas.
Cautivan
la desesperación, arropándote
en el interior de un sendero.
¿Quién no lo tiene?
¿Quién no lo abraza?
No inventemos excusas.
Vendrá la desazón a consumirlas.
Vendrán las hojas de papel
a inventar el soporte.
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