Se lamenta el tiempo en los
dedos,
haciendo de la sentencia el interrogatorio
de un sueño.
Almacena en el calendario
las ausencias limítrofes
con el cuerpo y tus labios,
peligran enmarañados en mi
cintura.
Madrigueras que deshacen
la boca
cubierta de cenizas, cuando la
ceniza es polvo
que jalea en la brasa.
Se lamenta la golondrina en
el aire de Mayo,
se lamenta del cambio de
estación que sufre
el latido, bajo la sal de la
tierra invicta.
Se lamenta el surco, las hojas del jazmín,
cuando aletea en la noche
instigando al amante,
dejar su lado cóncavo por el lado convexo.
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