Entorné los ojos
para romper las costuras del tiempo,
para ver con claridad meridiana
la luz desatendida de los cuerpos
y el precio de los pequeños detalles
que hacen habitual lo extraordinario.
Entorné los ojos
para poner el dardo
entre la diana de lo cotidiano
y de lo deslumbrante.
Así fue como vi
a un borracho dar tumbos
en un paso de cebra,
y medité en silencio:
Cuando ves doble
la vida es única,
increíblemente única.
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