Hoy me ha felicitado el amor
antiguo,
escribiré a su beso, aún
incipiente,
mis glándulas redondean su
universo,
derritiendo su cadencia
tímida
en lo más bullido de la
almohada lo acuesto.
Es, el que me enamorara,
el primero que superé
trepando las tapias de la alfarería.
Obligado me sentí a volver
a aquella perspectiva
ardiente
con nombre de mujer.
La puerta estaba abierta
y empecé a sentirme feliz
desenredando sus cabellos,
ajustando su lengua a la
mía.
Fue aquel beso el primero
que caminó la fusión de los
labios,
acechando albas y ocasos.
Después vendrían más por los
callejones
el de la gasolinera,
aquel donde tropezó tu madre.
Aquella tarde el mío lo
bordaste tú, niña
ay, ay que frescos eran los
besos,
ay cuanto decían.
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