lunes, 14 de noviembre de 2016

Los cíclopes, por CARMEN HERNÁNDEZ REY.




"a veces nos invitan a cabalgar por -los Olimpo- de manzanas de oro no exentos de espacios y lugares con nebulosos laberintos"

Inventan espacios internautas; mitad terrenal
y otras  ínfimas de divinidad,
cuesta entender los emblemas de un paraíso
mutante, o de un infierno perenne
en sus conclusiones

¿Cómo entender a cada uno de los mitos,
cómo?

Si en cada mito veo que lleva un full
debajo de sus lenguas,
para hacernos entrar como novicias con moneda
como salvoconducto de la triple muralla
conventual,
para impedirnos el sentimiento libre
en los albedríos del ser,
y dejarnos en cueros cuando el crujido
debajo de nuestros pies suena a guerras,
sin bonanzas,
a dolencias sin armisticios, y escuchamos
el cornetas de retirada cuando ya somos
caído en tierra de Tártaros, sin regalías
ni venías.

Los Ciclopes conocen lugares de álamos
negros que rezan en la noche versos
a oráculos en suspensos,
alones que aletean sueños,
sin predecir lugares viejo,
paradigma invisible
predicciones asesinas
de dicha, malos o  buenos,
o, de tiempos avanzando en los halagüeños
momentos.

A veces la región donde habita nuestro tempo,
nos devora y nos hace ser: carne
sin alma, la micra de carne en dientes
de Cancerbero,
incertidumbre que nos apostilla
la visión de setos y recovecos,
construcciones marmoleas
en los ficticios palacios de Cnossos.

Sentirnos en la nada…
bajo umbral del  miedo, es la brutal
desesperanza que empuja a vivir en la eternidad
de un mundo, bajar al inframundo
a permanecer en los mundo del sub…

Los Cíclopes nos saben… solo tratan
de que tú sepas por dónde ir,
o ser feliz es habitar y sentir la necesidad
de tirar del hilo de Ariadna y trepar
por Jardines donde Hespérides siembra el monte
de Atlas.
Sentir es…
buscar lugares mágicos, terrenales, sin predicciones
ni oráculos, buscar espacios donde la paz,
a veces se hace isla, sin desiertos,
si acaso le crecen frutales para boca
exquisitas
lugares donde los amantes adornan con  manzanas
de oro sus océanos y ladón sigue
el versar de un verso como fiel guardián
de estos espacios infinitos y eternos,

de todo tiempo donde crecer cuesta.

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