Fotografía de Arturo Villarrubia |
Cuántas veces tengo que decirte que no entres
al trastero. Un día se te caerá encima a saber qué...con la de tiempo que hace
que nadie limpia ahí dentro. Tengo que llamar al portero para que cambie la
dichosa cerradura. Anda ven, que te he traído tu ración de jamón. Qué bien
huele ¿verdad? Mi pobre Peny, hasta el olfato has perdido. No me atices con el
rabo. Claro que yo también he perdido algo de oído, pero no me quejo, así que
deja de maullar, gata mimosa, y come. Recojo la cocina y nos vamos al sillón. Hoy
vengo agotada y total para qué, para volver a escuchar la misma monserga. Que
si mi Pepe esto, que si mi Manolo lo otro... malditas vejestorias aburridas. No
me mires con esos ojos inquisitivos. Ando desmemoriada pero sé la edad que
tengo. Ya quisiera verlas cuando tengan mis años ¿Sabes que te digo? Se acabó,
no vuelvo a esas reuniones de beatas nunca más. Y no trates de convencerme
cimbreándote de esa manera, que ya no tienes edad para seducir a nadie. Además
tú ya no estás para esos trotes y tampoco te pierdes nada. Ven, vamos a
sentarnos. Madre mía qué mal hueles, no vuelvas a meterte en ese asqueroso
trastero. ¡No…no…quieta!.. ni se te ocurra arañar la puerta, schsss ...calla,
no hagas ruido, si se entera Teresa de
que estamos en casa vendrá a fastidiarnos la tarde. ¡Claro que la adoras! pero
es una impertinente y presuntuosa. Me estaré volviendo una vieja huraña pero ya
no aguanto sus aires de grandeza y ese afán por parecer la madre Teresa de
Calcuta a todas horas. Ahora va de...¿cómo se dice? Esta modernidad de poner nombres extranjeros
a cualquier cosa me saca de mis casillas. Doña perfecta, dando consejos.
Genoveva haz esto, Genoveva no hagas lo otro. ¡Por Dios! Si no ha podido
manejar su vida, cómo pretende ser modelo de nadie. Lo único bueno que ha hecho
fue traerte a casa aquella tarde. Y pensar que se me llevaban los demonios. No
quiero animales en casa y además no me gustan los gatos. Claro que no lo
recuerdas, apenas eras una bola de pelo. Para que no estés sola Geno
querida...¿quién le dijo que necesitaba
compañía? ...Tiene pedigrí y se llama Penélope. ¿Que clase de nombre es
ese para una gata? Fifí, Lulú, Mimí... esos son nombres de gata, pero
¿Penélope? ¿Un tributo a la eterna espera? Yo he dejado de esperar. Una
arpía...eso es lo que es, metiendo siempre el dedo en la llaga...No te merecía,
querida y tu hermana no tiene perdón, aunque deberías acercarte a tus sobrinos,
Geno, ellos no tienen la culpa. ¿Mis sobrinos? Yo no tengo sobrinos, esos son
los hijos de la zorra de mi hermana. Maldigo estas manos que la acunaron de
pequeña...Pobre mamá, no soportaría este vocabulario vulgar, ella siempre tan
refinada y exquisita, aunque de poco le sirvió cuando papá se largó con aquella soprano. Ya se lo advertí mil
veces...demasiado tiempo ensayando juntos, y aquellas miradas cómplices cuando
él la dirigía desde el podio. Al menos el dinero nunca faltó en casa cuando se
marchó, sería su manera de acallar la conciencia, no como Fernando que se lo
llevó todo para consentir a la insaciable de mi hermana. ¡Ay Genoveva! qué pena
que no te hubiera preñado, al menos un hijo te daría una razón para seguir
luchando. Hijos...para que me humillen como a ti los tuyos. Los patios son
altavoces que gritan nuestras miserias, así que no trates de maquillar tus inmundicias
y darme lecciones de buena vecina. ¿Duermes
Penélope? Me gusta tanto tu ronroneo...Hazme compañía, anda, y no me
escudriñes así por favor. No he tomado
la pastilla de la mañana, no recuerdo dónde he puesto el frasco, espero que no
se te haya ocurrido colarte en mi habitación y lanzarlo bajo la cama, sabes que
en mi dormitorio no puedes entrar. ¿Acaso no tengo derecho a un espacio donde
regodearme en mi soledad? Ya invades tú
el resto de la casa. Mira, está aquí en la cocina. Hoy no me hagas caso, mi
niña, demasiado ruido en esta cabeza. Es culpa mía por hablar con una gata,
pero tú eres mi álter ego, tú deshaces mis nudos y lames mis tristezas, aunque
a veces te odie por remover el caos que llevo dentro. Dime, cuando muera ¿qué
va a ser de ti? Acabarás sacrificada en
cualquier perrera, siempre que tu maltrecho corazón no lo haga antes...ni
sueñes que vivirías con Teresa, su generosidad es pura fachada. Perdóname
Penélope, te he preocupado, anda ven, sube a mis rodillas, tocaré para ti el
Adagietto si esta artrosis me da una tregua, el Steinway lleva demasiado tiempo
en silencio. Deja de lamerme y escucha...qué prodigio de sencillez, siente su
lirismo, su cadencia...ensueño y nostalgia, amor y muerte, Eros y Tanathos cada
uno ocupando su espacio. Nadie dirigió a Mahler como papá, nadie marcaba el tempo
de esta sinfonía como él. ¿Crees que
cualquier sitio es bueno para morir, Peny? Yo no lo creo. No es igual morir en
Venecia que en esta casa. El mundo nace cada día entre estas paredes, mientras
nosotras morimos de a poco. Yo podría soportar la soledad, estoy tan
acostumbrada... pero tú no aguantarías la tuya. Sería tan fácil...bastaría con
diez de este bote en tu paté de salmón...Eso es...come. Y ahora ven a mi
habitación, me tumbaré a tu lado y te velaré...Claro que puedes subir a mi cama, hoy sí...Deja que te
acaricie mientras cierras los ojos...¿me oyes?.
Al
fin descansas mi dulce Penélope.
¿Por
qué me pesa tanto este silencio? Te has llevado mi ruido al paraíso de los
gatos.
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