viernes, 14 de octubre de 2016

Hermandad y secreto, por RAFAELA HAMES CASTILLO.



¡Mira cuánta estrella! De tantas como son, marean.
Se diría el cielo un mundo de niños,
que le está rezando a la tierra
 un encendido rosario de amor ideal.
Juan Ramón Jiménez
Hermandad

Me acompaso a la mansedumbre
de las criaturas del río:
Aquellas que construyen en él
su hogar con hierbas y secas ramas,
al aullido nocturno, ritual y profundo del lobo,
al desafío rotundo del vuelo del águila
a la velocidad de la luz,
al suave tacto de la nariz del cervatillo,
a la turgente forma de joya
tallada en el cuerpo de la abeja;
me acompaso, incluso, al cascabel de la sierpe
y al viperino veneno que sisea en sus colmillos,
al rugido del león y al dominio indiscutible
de su zarpa al caminar sobre la tierra,
a las líneas que surcan, en sabia geometría,
el cuerpo del tigre y de la cebra, al íntegro
marfil del elefante y al repertorio de su trompa,
a la fragilidad de un solo pétalo,
al oculto tesoro que anida en las raíces,
bajo los troncos de los bosques.

Me acompaso a la falta de inteligencia
que reina en los animales, a las razones
del agua, del sol, de la tierra y del aire.




(Barakah, Detorres Editores. Córdoba, 2014)














                                                                                                              La  bondad o la maldad de los actos la determina su fruto.
Dalai Lama
Secreto

Todo el día las nubes
han transitado el cielo,
diríase son olas suaves
esparcidas en encajes
sobre un océano tranquilo.

El mundo se mueve al fondo,
hundido en sus pensamientos;
flota inmerso en las corrientes
que le dicta el Universo
y refleja en sus aguas
las mareas del cielo.

Dentro le late una hecatombe,
es el ansia de caos que galopa
en el corazón de los hombres.




(Barakah, Detorres Editores. Córdoba, 2014)

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