miércoles, 14 de septiembre de 2016

Llueve, por CARMEN HERNÁNDEZ MONTALBÁN.



Llueve,
el cielo descarga mansamente
su manto de agua.

Llueve como si la memoria,
arrastrara millares de señales líquidas
del germen de las cosas.

Llueve milagrosamente,
presagio sigiloso de redención eterna,
de vida renacida.

Llueve sin pausa,
a pesar de las miserias de los hombres,
y su sonido es una invitación al silencio,
a la meditación deliberada.

Llueve, sí,
con trasparencia,
con recogimiento,
generosamente,
como una advertencia pacífica
de concordia entre los mortales.

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