Con la
única idea de ceder un buen hogar
hago
sitio en mi cuerpo para darles cobijo,
quito
escombros del patio, libero el agua sucia
podo
las malas hierbas, adecento mi alcoba.
Se caen
como bolos que de pie colocamos
no
admiten el chantaje ni la oración con fe.
Aún así
les hablo cuando la noche brota
y mis
ojos cansados sólo cuentan ovejas.
Nadie revelará
por qué los sueños
a
menudo abandonan el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario