Vaya,
debo haberme quedado dormido. Está todo tan oscuro, una oscuridad casi
tangible, pesada.
¿Qué
está ocurriendo?. Algo va mal. Quiero levantarme y no puedo. Mi cuerpo no
responde. Por más que lo intento, ningún miembro me obedece. ¿Me habré quedado
paralítico de repente?.
¿Qué
estupideces estoy diciendo?. Seguro que sigo dormido y esto es una pesadilla.
Sólo tengo que concentrarme y despertaré. Repite: quiero despertar, quiero
despertar, quiero...No, creo que así no podré despertar. Tampoco sé si estoy en
casa, o si estoy sólo, si Olga aparece y me ve en este estado, seguro que trata
de despertarme. Es sólo cuestión de tiempo, no te pongas nervioso.
Pasa
el tiempo y nada. Ni siquiera se oye el más imperceptible sonido. ¿Y si trato
de llamar la atención gritando?. Ahí voy...
¡Dios mío!. ¡Soy incapaz de
mover un solo músculo!. Nadie podrá oírme porque no puedo llenar mis pulmones
de aire, ni abrir mi boca. ¡No es un maldito sueño!. No al menos un sueño
normal. Será un sueño inducido, eso es. Algo me ha pasado, pero no consigo
recordar qué, y me han dado algo para mantenerme relajado, o para que no sufra.
¡Vaya ideas más descabelladas!.
A ver, apliquemos la lógica
y así podré sacar alguna conclusión. Analizando los hechos, no veo ni oigo
nada, soy incapaz de moverme. ¿Qué más?. No percibo tampoco ningún olor, cosa
extraña, así que es bastante difícil que sepa donde me encuentro, ni siquiera
en qué posición me encuentro, mis sentidos parecen totalmente anulados. ¡Ya
está!. He sido abducido y viajo por el éter, en el más absoluto vacío, hacia un
lugar desconocido, y vete tú a saber a que experimentos me someten.
Definitivamente me estoy
volviendo majara. ¿Pero por qué coño me iban a abducir a mí?. El caso es que
eso explicaría mi impresión de ingravidez, de hecho no tengo ninguna sensación
táctil, podría estar tumbado o de pie. Y del mismo modo, en el infierno o en el
Polo Norte, porque no siento ni calor ni frío. Esta insensibilidad me abruma.
Me inclino más por la
anestesia. Eso es, debo estar anestesiado. No puedo recordar nada porque he
debido sufrir un accidente, algún golpe en la cabeza, espero que no sea nada
más grave, y los médicos han decidido sedarme. Pero claro, a lo mejor ha sido
peor de lo que supongo, y estoy...¡en coma!.
Tranquilo. Seguro que no es
eso. Pero de ser verdad, Olga debe estar aquí, a mi lado, vigilándome,
esperando a que despierte para volver de nuevo a la vida, a nuestra vida. Tal
vez no fuese la más maravillosa, hemos tenido nuestros más y nuestros menos,
pero nos seguimos queriendo. Ya hemos superado la crisis, la perdoné y nunca
más hemos sabido de ese hijo de puta que la engatusó. Ahora volvemos a estar
unidos...
Pero, ¿y si ella no está a
mi lado?. ¿Y si ha aprovechado la oportunidad para volver con ese musculitos?.
Ahora ya no tendrá oposición, ahora soy sólo un cuerpo desgarbado y exánime,
una carga. ¡No, no , no!. ¡Me estoy volviendo loco!. Pero eso no puede ser,
estábamos haciendo planes, nos iríamos de viaje, tendríamos un hijo...¿O esos
planes eran un burdo engaño?. ¿Me estaba engañando de nuevo?.
No seas irracional. Te estás
dejando llevar por tus sentimientos nuevamente. Todas estas ideas se han
quedado ancladas en tu cabeza, y los fármacos las están sacando a flote. Tu
mente te está jugando una mala pasada. Seguro que hay otra explicación para
todo este sinsentido. Si por lo menos sintiera algún estímulo, del tipo que
fuera, sabría si hay alguien ahí velando por mí. Este desamparo me está
agobiando y lo peor es que no sé cuanto tiempo va a durar esta situación...
Soy consciente de que todo
mi organismo está paralizado, pero mi cabeza sigue pensando. Es algo que
cualquier persona cuerda nunca pensaría, pero se me ocurre otra explicación
para esta locura. ¡ESTOY MUERTO!. Seguramente esté en ese período de
desconexión de cuerpo y mente, anclado a este cerebro de forma temporal, hasta
que por fin mi conciencia se separe, me convierta en una entidad extracorpórea
y empiece a levitar sobre mi propio cadáver. ¿Hacia dónde?. ¿Con que
finalidad?. Seguramente lo descubra en breve. Tendré que empezar a aceptarlo o
será más doloroso, tanto para mí como para Olga. No quiero quedarme entre los
dos mundos, penando, o intentando resolver algo que haya quedado pendiente de
solucionar. Si un día aparezco ante Olga como un espectro, podría darle
algo...Otra idea descabellada. De todas formas, si fuera verdad, ya no tendría
que preocuparme por nada, sería una situación irreversible, y por más que me
empeñe, no podría hacer nada. Exactamente igual que ahora. Nada, salvo esperar.
Un momento, algo está
ocurriendo. Es como una vibración. Va tomando fuerza. Una especie de eco, un
sonido distorsionado. Cada vez se vuelve más nítido, lo percibo, sí...¡Es el
latido de mi corazón!. Dios mío, estoy vivo. ¡Vivo!.
Pero las otras incógnitas
siguen sin despejarse. ¿Alguien sabrá de mi estado?. Piensa, y piensa rápido.
Tienes que encontrar alguna forma de comunicarte.
De repente empiezo a tener
nuevas sensaciones, es como si me fuera conectando poco a poco, pieza a pieza,
como un robot. Comienzo a percibir el peso de mi propio cuerpo. Debo estar
tumbado sobre algo duro y frío. ¡Si no fuera por esta ceguera!. Concéntrate,
los ojos no son ahora los órganos más importantes, hay otros sentidos que
explorar y que puedan dar más pistas sobre la situación actual. Por ejemplo, de
repente algo está estimulando mi pituitaria. Es un olor que debería reconocer,
es punzante, algo dentro de mi cabeza me dice que es familiar. ¡Claro!. Es
formol. Empiezo a recordar, son como relámpagos que vienen a mi mente, escenas
que aparecen como breves fogonazos de conciencia. Me veo a mi mismo con una
bata blanca. Debo trabajar en un laboratorio o... en un hospital. Sí, eso es.
Eso explica el olor, debo estar en un hospital, pero sigo sin respuestas. ¿Qué
me ha pasado?.
Espera un momento, una nueva
sensación se apodera de mi alma. Empiezo a notar un sabor extraño en mi boca,
un amargor que me asquea, que debe salir directamente de mis entrañas. Lo
aborrezco, aunque de alguna forma, me conecta con mi pasado reciente. Eso es,
acabo de acordarme, este gusto tan peculiar es del condimento que Olga puso en
la comida, esas hierbas aromáticas que dijo que le darían un toque peculiar al
guiso. Recuerdo eso, y también cómo me embriagaba con ese vino. Y cómo me
contaba que tenía algo importante que decirme, que lo haría cuando terminásemos
de comer, algo que cambiaría nuestras vidas...
¡Hija de la gran puta!. ¡Y
tanto que cambiaría nuestras vidas!. ¡Me quería matar!. Me explicó que el
veneno que había puesto en mi comida comenzaría a hacer efecto en cuestión de
minutos, una sustancia que no dejaría rastro en mi organismo, que nadie nunca
sabría la causa real de mi muerte, parecería una súbita parada cardiaca. Con
sangre fría me dijo que ya hacía mucho tiempo que no me quería, que no podía
soportarme, que mi simple presencia le repugnaba, que nunca fue feliz conmigo,
que nunca la supe comprender, y que sé yo que más cosas.
Me quedé estupefacto ante
esta confesión. Le dije “Vamos, Olga, deja ya las bromas macabras”, mientras
apuraba el postre. Ella se limitó a esbozar una sonrisa sarcástica y se acomodó
en el sofá, expectante. La primera convulsión me hizo comprender que no mentía.
No podía dejar que se
salieran con la suya, seguro que lo habían planeado juntos. Medio mareado por
el vino y por los efectos narcotizantes de lo que quiera que puso en mi plato,
agarré las llaves del coche y pisé el acelerador a fondo hasta el hospital.
Estaba muy cerca de casa, era donde trabajaba todos los días y sabía los
atajos. En un periquete estaría allí. Usarían el desfibrilador y luego me
sacarían esa mierda del cuerpo.
Ahora que mi mente se
conecta muy lentamente a mi cuerpo, comienzo a notar un lacerante dolor en un
costado, en mi cabeza, en mi pecho. Y recuerdo con nitidez como zigzagueaba a
toda velocidad por la carretera, apurando los preciosos segundos que me
restaban para alcanzar mi objetivo. En la distancia atisbaba a ver la silueta
del hospital, por eso, enajenado por el dolor y la angustia, no vi el camión
que salió por mi izquierda en aquel cruce, aquel en el que no respeté la
señalización, aquel en el que ni siquiera dejé huellas de frenada.
Nuevas vibraciones me sacan
de estos funestos pensamientos. Esta vez comienzo a distinguir voces, al
principio, como matizadas por un medio acuoso, como si estuviera dentro de un submarino. Lentamente se van modulando,
hasta hacerse comprensibles.
―
Tómese el tiempo que necesite.
¿Quién
demonios ha dicho eso?. ¿Y a quién?. ¿Tiempo para qué?. Lo que tengo claro es
que hay más de una persona próxima. ¿Se habrán dado cuenta de mi presencia y
estado?. Vamos, estúpido, piensa en algo para llamar su atención. Tienes que
desenmascarar a esos homicidas. No pueden quedar impunes. Pero, ¿qué puedo
hacer?.
Por
fin el manto de la negrura está dando paso paulatinamente a un velo nebuloso y
traslúcido. Tengo que concentrarme en mis ojos, que mis nervios y músculos
faciales hagan un postrer intento para ver lo que tengo ante mí. Vamos, tú
puedes...
― Sí, es él.
Al
oír esas palabras, el cuerpo yaciente abrió los ojos de forma inesperada. Todos
los presentes quedaron profundamente impresionados, a excepción del forense,
que ya había presenciado otros casos de movimientos post mortem.
―
Vaya ― dijo el doctor ― no es muy habitual pero a veces ocurre. Ya sé que
impresiona bastante, pero le aseguro, señora, que...
No
pudo terminar la frase. Olga se tapó los ojos con una mano, y entre sollozos
aproximó la otra a la cara de su marido, cerrando aquellos párpados rígidos.
Sus pupilas se cruzaron por última vez, así que no tuvo más remedio que
sobreponerse al horror de aquella mirada, que en lugar de transmitir odio
solicitaba clemencia. Era una última petición de ayuda, tantos años juntos no
podían terminar de esta manera. O sí.
Mágica esta descripción de lo que puede ser la muerte o no?.Parece que hubieses pasado por el famoso tunel...Emma
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