viernes, 16 de febrero de 2024

Reseña a la novela "La nieta" de Bernhard Schlink, de José Luis Raya Pérez.

 


Revista Ahorateleo
Editada en Guadix, Granada por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"
ISSN  2952-5721


Para educar es mucho mejor hacerlo con miel y no con hiel.

Estamos asistiendo en nuestro país a una confrontación tan tensa como no recordaba desde la transición. Esto se debe, ni más ni menos, le guste o no, a una polarización tan extrema que el centro, donde residía cómodamente la moderación, ha quedado despoblado. Los pocos que habitábamos por esos lares, hemos sido desmembrados desde los exaltados credos, que tiraban con ímpetu de nuestras extremidades diestras y  siniestras. Los pocos que hemos podido sobrevivir al envite, deambulamos atolondrados pero aún seguimos en pie.

Hay que admirar al protagonista de “La nieta” de Bernhard Schlink, editorial Anagrama, por recuperar a un personaje, que tarda en aparecer en la novela, de las garras del nazismo. Me gusta iniciar esta reflexión in media res para poder desentrañar su mensaje. En los años 60 Birgit huyó por amor de la RDA para reunirse en el Oeste con su amado Kaspar. El autor realiza un magnético alarde narrativo de aquella confrontación ideológica, tan extrema que se creó un muro (¿les suena?), el Muro de Berlín. Ahora se está hablando de “muro” o de grieta argentina.

El inicio de la novela es brutal (palabra de moda) al descubrir Kaspar el suicidio de su amada Birgit, la cual  deja una suerte de diario o manuscritos póstumos que servirán para que su amante abatido desentrañe su oscuro pasado. Para ello se marcha a la antigua Alemania del Este para indagar en aquello que quedó interrumpido. Descubre que tenía una hija que se sumergió en la ideología nazi y se casó con un fanático del Tercer Reich. Estos tienen una hija a la que Kaspar podría considerar que es su nieta o una suerte de nietastra.

Esta niña ha sido educada (adoctrinada) en la extremísima ideología nazi. El protagonista considera que debe arrancarla de las fauces de esa barbarie que la va a condenar. Así que mediante ciertas artimañas consigue atraerla hacia su mundo (después de la caída del muro obviamente) para abrirle los ojos y que salga de esa ciega espiral de fanatismo. Evidentemente, la lectura te invita a reflexionar en cada momento, como el hecho de que dentro de aquella extremísima izquierda comunista hubiera convivido un nazismo auténtico dentro de unas burbujas o colonias dispersas por los campos del Este, como si estuvieran retroalimentándose.

El “abuelastro” (entre comillas) se dedica a educarla en la libertad a través de la cultura: libros, música y exposiciones. La niña-adolescente, cultísima para su edad, ya venía aleccionada y educada desde su aldea nazi. Los días o fines de semana que Kaspar logra estar con ella, se propone como objetivo, poco a poco, expulsar de su cabeza todo el racismo acumulado en la cabecita de su nieta.

La Literatura también nos puede servir, no solo para entretenernos, sino también para aprender y reflexionar. Son innumerables las referencias a autores o alusiones literarias o melómanas. Schlink tiene la habilidad para que el lector vaya absorbiendo las referencias al mismo paso que su nieta. Hay muchas personas que aún consideran a los migrantes un peligro per se. Pues bien, debería ser lectura obligada para educar en valores: la paz, el respeto y la tolerancia.

Es imposible no recordar aquella magistral película “La vida de los otros”, donde se contaba el control de la Stasi sobre la vida cultural e intelectual. Como a mí me gusta planteármelo todo, ¿no está haciendo lo mismo Kaspar? La respuesta es no. La Stasi prohibía y censuraba. Kaspar le ofrecía a su nieta otras visiones para que pudiera contrastar.

Esta es el quid de la historia: el individuo debe tener la libertad de elegir cuando se le ofrezcan todas las visiones posibles de la realidad. El bien o el mal no son relativos o aleatorios, como tampoco lo son el dolor o la muerte frente a la vida, el amor o la felicidad. En ningún momento Kaspar censuró o regañó a su nieta, sino que la educó desde el amor, el respeto y la moderación. No podemos extirpar un tipo de odio para inocular otro. No se trataba de que la niña terminara odiando a sus padres porque estaríamos, de alguna manera, en las mismas.

He de puntualizar, como filólogo, que he hallado numerosos errores de traducción, esto es, gramaticales: loísmos y leísmos. O de estilo como la excesiva repetición semántica: “cuando salió ya llovía y seguía lloviendo mientras dormía, cuando despertó seguía lloviendo”. Sin duda, podría ser un recurso expresivo, pero he encontrado bastantes al respecto que a mí personalmente no me gustan. “Lo (le) invadió un obstinado orgullo por su amor a Birgit”. Por ello soy más propenso a leer autores en castellano y no precisamente traducidos porque es el traductor el que puede ser tan importante como el autor, ya que puede descuartizar un texto o mantener su pureza literaria. No deseo mencionar al mismo pues, al consultar por internet, descubro que ha obtenido algún premio por su trabajo, lo cual ha impelido que mi sonrojo sea aún mayor.

Por ello, invito a la lectura de esta obra, especialmente en los colegios, institutos o universidades, pues estoy comprobando cómo hay un torrente de jóvenes que se están posicionando en la extrema derecha/izquierda, retroalimentándose y subsistiendo mutuamente con sus improperios y radicalismos. Solo el amor, la paciencia y la educación en valores, en el respeto, la libertad y la tolerancia, desde una postura moderada,  nos ayudará a construir una sociedad más próspera y equilibrada. Yo sigo en mi acertada y ponderada social democracia de la que no pienso prescindir. Si respondemos a una provocación con un exabrupto, ya la hemos liado.

Así que vamos todos a leer para que el año 2024 vivamos en paz y armonía. ¡Ah! Y no se deje aleccionar. Piense por usted mismo y contraste. Haga uso de su libertad sin que nadie le dirija.

Y manténgase alerta y alejado de todos aquellos que viven del odio.

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