viernes, 16 de febrero de 2024

Entrevista a Rafaela Hames Castillo, autora de "El alma de la rosa"

 


Revista Ahorateleo
Editada en Guadix, Granada por Asociación para la Promoción de la Cultura y el Arte "La Oruga Azul"
ISSN  2952-5721


Háblanos un poco de ti.

 Ante todo, un saludo y mi agradecimiento por vuestra invitación. Mi nombre es Rafaela Hames Castillo, nací en Córdoba en 1962, crecí en el seno de un matriarcado compuesto por mi abuela, mi madre y yo (no es necesario aclarar que, en aquellos años, tal circunstancia era como un poderoso imán para la atención, no precisamente positiva, de todo el vecindario) en un barrio surgido de aquellas emigraciones desde el ámbito rural en busca de las grandes promesas de progreso y modernidad que brindaba la capital. No ostento títulos universitarios y mi profesión es administrativa, soy más bien autodidacta y mi vocación literaria viene más de mi tendencia desde la infancia a la lectura y  el gusto por oír las historias narradas entre mis mayores, a la observación de los contrastes, a una actitud inquisitiva ante lo ostensible con un enorme interés por acceder a su espíritu intangible y también desde que en las clases de música recibidas en el colegio de monjas, nos ponían música clásica y nos invitaban a escribir libremente aquello que experimentábamos en el transcurso de su escucha. Luego llegaron las lecturas más a fondo, la música y la danza en todo su esplendor y también los talleres y el encauzamiento combinando esta parte de mí con las demás que me conforman. Algo que agradezco infinitamente porque puedo constatar la virtud salvífica de la poesía.

 

¿Qué podemos encontrar entre las páginas de El alma de la rosa?

El alma de la rosa, se publicó en la primavera del pasado año en la Colección Manantial de Poesía del Ayuntamiento de Priego de Córdoba, es el último de los nueve títulos de mi autoría que hasta ahora han visto la luz y quizás el que alberga un contenido netamente más duro. Es un libro dedicado a muy diversos aspectos del sufrimiento y por tanto a esas vivencias de las que todo el mundo huye. Podemos encontrar entre sus páginas diversos perfiles humanos que viven sus particulares derrotas. En él se cuestiona la amabilidad de la vida pasando por la enfermedad hasta el rechazo a la muerte. Se reflexiona también sobre la andadura del ser humano que habita en las sociedades modernas y a su vez sobre la andadura del tiempo como transformador de la materia; también la muerte, como condición inherente a la vida, tiene en esta obra una parcela que la dignifica pese a la frecuencia con que se ve rehusada.

 

¿En qué ingrediente reside la fuerza de este libro?

Pienso que es precisamente en la intensidad con que se experimentan las vivencias anteriormente expresadas y a cuanto de catártico tiene su contenido.

 

¿Cómo describirías tu trayectoria de escritor desde la primera publicación hasta esta última?

Como uno de los mejores factores que conforman mi vida. Decir que escribes pero que no aspiras a publicar es absurdo: si alguien emprende un proceso de comunicación es porque existe la voluntad de que éste se complete en su contrapartida, es decir, que haya un receptor. Muchas veces somos nosotros mismos los destinatarios de ese mensaje porque tratamos de explicarnos los misterios que encierra todo cuanto percibimos, es por este motivo que lo considero como una de los mejores ingredientes que me conforman, publique más o publique menos. Este recorrido me ha brindado la oportunidad de crear lazos de amistad y de hondo afecto, de conocer la obra magnífica de muchas y muchos autores, así como su universo creativo, mantener conversaciones de lo más interesantes, desarrollar un crecimiento estético, nutrir esa inquietud por el descubrimiento que nos puebla y,  ha favorecido, esto es muy importante, que cultive y alimente mi identidad creadora porque el mundo, la vida, sin un ápice de creatividad debe ser algo muy opaco; finalmente, añadir que también he ido validando el espíritu crítico.

 

 ¿Cuál fue el último libro que leíste?

El balcón en invierno y, en consecuencia, El huerto de Emerson, de Luis Landero.

 

¿Por qué lo elegiste?

Por la sugerente fascinación que encuentro en la prosa de ambas obras donde todo, a pesar de la posible nostalgia que pueda aparejarse a la rememoración de los tiempos pasados, cobra una vitalidad inusitada rebosante de poesía, orden, armonía y gracia. Son dos obras como muchas otras, verdaderamente sanadoras.

 

Y ahora qué, ¿algún nuevo proyecto?

Siempre hay nuevos proyectos pues la poesía que reside no sólo en los poemas, es sustento fundamental para que la vida sea aún más grata: Lecturas, música, naturaleza (que jamás falten) y cuando es posible, debido a las muchas tareas con que el día a día nos obsequia, dar forma y cohesión a nuevos títulos sin prisa y disfrutando de la pausa.

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