miércoles, 14 de noviembre de 2018

TRANCE, por Isabel Pérez Aranda.




Con las primeras luces
caen del cielo filamentos
que el asfalto repele en primera instancia.

La cortina de humo se adhiere con aplomo
al sustento de unos campos sedientos,
de manera vertiginosa transcurren los cambios
en un tapiz que enmarca territorios austeros,
perdidos en el horizonte.

La pertinaz lluvia se desliza por el frió cristal,
hacia lugares desconocidos, ajenos.

Conduzco decidida a filtrar cada olor
en la distancia, a pensarlos como propios,
a diluirlos y almacenarlos uno a uno en lo más profundo de la mirada,
solo ese segundo de trance de inexistencia es cuánto deseo,
este ahora Único.

Después abrigo la posibilidad de subsistir a lo sublime,
de contemplar la belleza liviana del huerto,
la semilla germinada,
el ronroneó de gato,
los ladridos con caricias,
la  piedra, la cueva,
cada minúscula porción de aire que respiro y comparto.

Con las primeras luces llego al destino siempre deseado.

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