lunes, 13 de agosto de 2018

ALABRANZA, de Juan F. Pelayo ( 1º premio del II Certamen "Poesía por la agricultura")


  



Cuando muchos se marchen y todo se marchite

éste bancal quedará barbecho y desdichado,

estrecho de hierba baja, seco y encharcado,

cañaveral de enhiestos dedos buscando agua.



No habrá más mística que la aceituna molida

ni otra contradicción que la tierra desterrada

de su laborioso final y su génesis ultima,

óbito de muerte tras inmortalidad ganada.



El campo es una niño que llora mientra siega

la mies esparcida en gavillas de oro y viento

y el maíz macilento en macetas de barro a mano

moldeado a semejanza de la carne del humano.



Si tengo que esperar a que el campo desespere

si tengo que esperar que lo verde se marchite

seguiré sembrando en un océano de lodo

para que la tierra continúe su labor de envite.



El labrador, pobre e innecesario ya,

hollará la raíz cetrina y pura del subsuelo

para dejar enterrado al cabo, una papa,

esa simiente que de un tiempo en adelante

será escaso fruto de mortal labranza.

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