domingo, 14 de enero de 2018

CONEXIÓN, por Isabel Pérez Aranda.


Entorné los ojos en una realidad de horas que no me pertenecían, en un espacio esquivo de sensación heladora. Escarbé para calmar fobias redundantes que no quise alimentar, y tiré del hilo enmarañado desliando sin pausa el intrincado lance.

Cuando desperté, mastiqué una realidad cosida y desarmada, caminé comiendo asfalto y emprendí una búsqueda hacia adelante y al unísono hacia atrás, desbaraté los miedos y cimenté anhelos de vestigios e identidad.

Con una vitalidad inconsciente, impulsé las conexiones cuerpo y mente para que retomaran su nexo.

Indague en los sueños de manera poderosa, me alimente de ilusiones para ahuyentar apatías por pura necesidad de aceptar. Entre tanto, la burbuja rodaba y fluía de manera etérea, paralela a dos dimensiones bien definidas, y obtuve la respuesta, las piezas encajaban una tras otra, y pude entender el vinculo brutal que hasta ese momento, nunca habría comprendido.

Fue un sentir que provenía de la búsqueda más racional y antigua, la de constatar el poder de la memoria.






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