jueves, 15 de diciembre de 2016

Ángel caído, por CARMEN HERNÁNDEZ REY.


Decid:
 ¿El por qué de mi última pluma?
¿Cuándo mis dedos sobrevolaron
la barrera de la queratina, dejándolas
en pezuñas, como a las tuyas?
Dónde perdí el cielo,
fue mi caída,
y el lugar exacto donde hacen con mi piel
piras,
olvida el número exacto y la química  
de mi aura,
no, no busque con tu lengua a mi boca
hasta hacerla viperina   
deshaz  este desorden  de moléculas
y de óxidos sulfurados de mis uñas,
llévate el ámbar de mi rojo latido,
y examina Ángel caído, el pedernal
de tus vísceras, en este  infierno
de las mías, cual ofrenda
a Démon,
Sostén los caños de mis pestañas,
 y huye con las gárgolas malditas,
hasta el mausoleo de barro y el Golen de arcilla
¿No ves? que estás diezmando a mi vida
No, no toque una y otra vez a esta sien
enloquecida donde mi vuelo anida.
no, no cortes de mis alas a este cuerpo,
que una vez fue vestido con sedosas plumas.  
Olvida, olvida de mí, olvida la calle, mi nombre
 en esta vida,
por si no lo sabes -te digo-
mis miedos son más doloroso

que tu propia caída.

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