lunes, 14 de noviembre de 2016

Lugares patrióticos, lugares de paso, por JOSÉ MARÍA MOLAS TRESSERRAS

No somos árboles, no tenemos raíces que nos aten al suelo. Somos seres libres nacidos para vivir en y con la libertad.

   Los lugares nos determinan. Al principio nos dicen de dónde venimos y mucho mas tarde, nos dirán  en otro lugar ignorado aún, que aquí se terminó todo. De nuestro lugar de procedencia, vienen las famosas querencias que llamamos patrias. Por la patria los hombres, mucho más que las mujeres, nos hemos peleado, unos contra otros. Por defender un territorio, pequeño o grande, con razón o sin ella, por causa de la justicia o por cualquier justificación, hemos vertido sangre, mucha sangre, demasiada sangre. Hemos dado y sufrido mucho tiempo, hemos entregado mucha energía.
   Por un lugar que nos acogió en su día, años ha, hemos sentido nostalgia, cariño, agradecimiento, pasión. Los humanos somos seres territoriales, estamos muy unidos a un determinado lugar, al que con facilidad sacralizamos, muchas veces de forma desproporcionada. Unimos el territorio a una ideología, a unas tradiciones, y ya tenemos las bases para formar nuestra identidad con la tribu. Desde la tribu, inventamos todas nuestras parafernalias, nuestros paradigmas, nuestros símbolos, nuestros valores y nuestros principios. Por ello seremos capaces de pelearnos hasta extremos impensables, y durante mucho tiempo, contra los miembros de otras tribus, vecinas o lejanas por defender nuestro lugar, por defender o imponer nuestro modo de estar.
   Eso significa que no sabemos aun compartir bien nuestros lugares. Tenemos una visión muy patrimonial de nuestro pequeño o gran lugar. Queremos explotar nuestro territorio, antes que otros,  y poseer nuestros lugares, aunque los lugares no sientan tal ambición, ni tengan tales conflictos .
  Si los lugares que nos acogen, que nos han dado vida, nos enseñaran o nos recordaran que estamos de paso por aquí, que no somos dueños y señores, sino solo pasajeros de una nave en movimiento, quizá podríamos redescubrir esos mismos lugares  con otros ojos, con otra mirada. No somos árboles, no tenemos raíces que nos aten al suelo. Somos seres libres nacidos para vivir en y con la libertad.
Entonces en lugar de sufrir inútilmente por tantos lugares, podríamos vivir y sentir de otra manera. Saber que no tiene que haber lugar a tanto dolor por un pedazo de patria. Podríamos dar lugar a otra manera de vivir sobre  este espacio que nos ocupa.



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