viernes, 14 de octubre de 2016

Qué somos...., por MARIAN ORRUÑO TOUZÓN.

                               
Fotografía de Tim Flach

    No hay una idea definida ni real de los animales, de lo que son, de lo que sienten; no la tenemos, ni nos cuestionamos siquiera tenerla, tan solo hacemos una división entre animales de compañía y de carne, aquellos que nos nutren…; sin embargo todos los animales nos sirven fielmente a cambio de nada, y estos últimos ni siquiera son, mínimamente, considerados por nosotros, pasan a otra, aún, menor categoría, pese al servicio prestado… y tal vez sea, haciendo un alarde imaginativo, porque en algún recóndito estado de nosotros somos conscientes, nos miramos frente a frente y nos aterrorizamos del espanto al que les sometemos, e insto al que no lo crea así a que visite, el terrorífico lugar donde se les sacrifica a nuestros fines…; quedaría espeluznado, y no sólo de su muerte, sino del terror al que los sometemos en esas esperas oliendo sangre, el camino hasta llegar, la lentitud, su terrible espera… Hay una película, quién no la ha visto, "El silencio de los corderos..." en la que en un momento de ella, la protagonista piensa en su mansedumbre caminando hacia la muerte..., el silencio de los corderos..
   Descartes afirmó que los animales eran máquinas, máquinas bien ensambladas y después algún cretino sin categoría alguna lo utilizó apoyándose en él y haciendo una defensa a su fines: las corridas de toros, sin conocer, siquiera, que estos animales junto con otros muchos, tienen los mismos terminales nerviosos que los humanos, luego sienten el dolor físico de la misma manera, exactamente, que los llamados "humanos…" Descartes hizo esa afirmación basándose en una visión subjetiva sin conocimiento alguno de ellos partiendo de lo que no sabía..., entonces no había medios ni interés alguno por ampliarlo, sólo a través de cuadros, muy imaginativos..., basados en algún conocimiento transmitido, lograban conocer cómo eran "otros..." animales.
   En la Antigüedad los griegos hacían ofrendas de animales a sus dioses, al parecer un desplazamiento de su culpa, “al fin eran los dioses los culpables al exigir el sacrificio…” aunque los motivos subyacentes y reales, eran claramente carnívoros. Parece que era un sacrilegio matar animales si no era a tal fin... Me pregunto si habrá algo de eso, o una mala replica de ello, porque con marcado interés recaudatorio, la Iglesia permitía la carne en Cuaresma bajo pago de la llamada bula. Tal vez una reminiscencia griega, un mea culpa, aunque más “sano…” el planteamiento griego y por otro lado, no creo que la Iglesia hubiese tenido escrúpulo emocional alguno al sacrificio de animales, sin embargo de lejos, sin ninguna, duda no llega ese impuesto clerical a cambio de...
   Albert Camus, siendo niño, vio como su madre cortaba el cuello a una gallina, la degollaba, el grito de dolor del animal jamás lo olvidaría y posteriormente escribió un ensayo con el que causó gran revuelo y gracias al cual se abolió la pena de guillotina.
   Y los creemos tan diferentes a nosotros, su forma, su expresión, carentes de nuestra "apreciada" expresión del habla y que sin embargo la sustituyen por otra ajena a nosotros que no creemos acta para considerarlos mínimamente en nuestro rango. Y si apareciese de pronto, pregunto, si apareciese un Homo sapiens, qué haríamos con él, porque sería diferente, no hablaría, apenas sería reconocible como ser humano, cómo lo catalogaríamos, lo llevaríamos a un matadero, lo pondríamos una cadena al cuello, lo meteríamos en una jaula.
   No podríamos pensar, siquiera por un momento, creo que nuestra arrogancia nos lo impide, que en la evolución, en la nuestra, quedaron atrás los animales en una condición no acta para considerarlos nosotros los humanos…, y, sin embargo, hay una gran aproximación a ellos, sería posible que se hubiesen quedado en el camino al diversificarse las especies, mientras nosotros, así como otros mamíferos superiores evolucionamos creando una especie distante de la que procedemos. Según Darwin,  todos los seres vivos arrancamos de una misma especie... No seamos tan arrogantes, nuestro antepasado fue un simio, procedemos de África y si alguno de nuestros antepasados no hubiese arrancado  a caminar, a descubrir nuevos horizontes, tal vez nuestra piel sería ahora negra, la tuya, la mía, tan negra como la que exhiben esos negros que algunos tanto desprecian...
    La caza es un rasgo de violencia en el ser humano, tal vez la evacue a través de ella, es una forma más de violencia gratuita como es la violencia en todas sus manifestaciones. Hubo un tiempo que la caza era el medio, la posibilidad de alimento, acabó aquel tiempo y no entiendo la satisfacción que reporta matar si no es para complacer la necesidad de sentirse, estúpidamente, superior frente a seres indefensos.
   En sus memorias Plutarco dice: “Si me preguntan por qué no como carne, debo decir que me asombra que puedan meter en la boca el cadáver de un animal, me asombra que no les repugne la carne arrancada de un animal, tragar su jugo producido por heridas mortales”.


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