viernes, 14 de octubre de 2016

A propósito de Gabo, por PEDRO CASAMAYOR RIVAS.



"A Gabo, abandonado en un caño cuando era un bebé,
con heridas en el alma y en uno de sus ojos. 
Hoy es un precioso perro tuerto, pero feliz de estar entre nosotros."

Quiero desenterrar tu primer llanto en casa,
abrazarlo de nuevo
y describir el pánico
que sentí al limpiarte las heridas.
Tú primera bufanda la tejió
el lamento de un caño repleto de basura.
Ese rastro común a las personas,
capaces de mimar la risa de la muerte
por miedo a obedecer
el olor del instinto.
El daño inofensivo quebrantó tu pupila,
la hechura de cachorro,
dando al dolor la excusa mediohumana
para vaciarte al fondo del invierno,
para poner seudónimo a tus ojos
mitad roble novicio,
mitad fosa silente.
Ahora delimitas de orina los rincones
y esparces por la tierra travesuras
sin saber que hay humanos
que erizan su desprecio contra ti.
Pero he de decir a tu favor
que limpié aquel caño de desechos
por si algún día quieres entender

el motivo del ruido en tu memoria.

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