domingo, 14 de septiembre de 2014

Fotografía aérea, por SOLEDAD JACOBE.


Extiendo mis brazos como alas de una gran ave.
Respiro, inflo mis pulmones, oxigeno mi cuerpo
y con suaves movimientos empiezo a volar.

Me elevo por encima de la tierra
y mi cuerpo empieza a fundirse con la atmósfera,
como una suave acuarela, transparente y acuosa.
Un dibujo casi imperceptible en el gran mural que pretendo fotografiar.

Planeo por encima de la mar,
en un leve aleteo acaricio la espuma de las olas.
Un saltarín delfín me sigue feliz
y fotografío la escena para colocarla en mi mural.

Alzo mis dedos y elevo mi vuelo al cielo,
vago sin rumbo mientras capturo imágenes que me ayuden a oxigenar
un cuerpo herido, lleno de sueños, que sólo quiere contemplar escenas sin más.
Escenas de bosques, de verdes, de montañas, de ocres, de sol, de fuego,
de océanos, de azules, de corazones, de rojo,
de arcoíris con siete mil colores para poder mezclar y crear.
Sólo vida, nada más, quiero fotografiar.

Las nubes dibujan notan musicales,
el viento entona sus melodías improvisadas,
me acompañan mientras surco sus formas agradables
y me arropan con su humedad algodonada.

La campana suena, mi vuelo se detiene.
Me despierto y empiezo a bostezar.
Estiro mis piernas y mis brazos como queriendo volver a volar.
Abro mis ojos, miro al frente y ahí está mi melódico mural.


1 comentario:

  1. Tu poema, Soledad Jacobe, me ha llevado al leerlo a sobrevolar tan bella Imagen. Un Abrazo. Federico.

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