lunes, 14 de julio de 2014

Poesía, por PURA FERNÁNDEZ SEGURA





Musa y oficio
sostienen este palo
para tocarlo, debe el poeta
prenderse en llama.
Poco importa si  copla,
fandango, taranta o seguiriya.
Si cuelga en precipicio,
sacude el alma
un compás de  jaleo en los ojos.
Soleá  que abre una espita
y anega el pecho.
Voz rota:
pura emerge la palabra
y nace el poema.

Son de palmas, repique, quejío.

Entre cantes de ida y vuelta,
al poeta  se le va la vida,

se nos  va  la vida.

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