lunes, 14 de julio de 2014

Ciudad de destino, por MANUEL GAHETE




El hombre cruza el pedernal del bosque, 
la senda de la nada, 
el caos del miedo, 
el magma de lo oscuro, 
con su paso levísimo.
Como quien besa el corazón del agua 
sin marchitar apenas su materia 
líquida, palpitante.
Escribe su destino 
en el rumor latiente de las hojas 
donde la lengua del amor restalla
y el dolor débilmente 
con el temblor de un pájaro germina. 
Lenguajes que estremecen, 
con su roce, 
la carne.
El hombre se desviste, 
contempla su hermosura, 
la música interior, 
la llaga abierta,
esclavo indócil de los sueños rotos.
Poesía, 
luz eterna, 
ya somos como eres,
tristes hasta el delirio y bienaventurados.


No hay comentarios:

Publicar un comentario