domingo, 15 de junio de 2014

El hombre de las rosas amarillas, por ALICIA MARÍA EXPÓSITO.



Cansado,
el hombre de las rosas amarillas
decidió recostarse
en los brazos del alba.

Él,
sembrador incansable de palabras,
visionario de mundos imposibles,
estaba preparado,
decidido a cruzar
la frontera del tiempo.

Se rompieron las brújulas.
Para andar esta senda
no hacía falta camino.

Con la última brizna
de luz entre los ojos,
el hombre de las rosas amarillas
sonrió satisfecho.
Su vida, no fue en vano.
Aprendió que los ángeles
habitan los rincones
de las almas,
que el hombre sobrevive
a todos los naufragios
y que la soledad
no siempre hiere o mata
aunque esta permanezca

algo más de cien años.

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