Háblanos un poco de ti.
¿Qué podemos encontrar entre las
páginas de El alma de la rosa?
El alma de la rosa, se publicó en
la primavera del pasado año en la Colección Manantial de Poesía del
Ayuntamiento de Priego de Córdoba, es el último de los nueve títulos de mi
autoría que hasta ahora han visto la luz y quizás el que alberga un contenido
netamente más duro. Es un libro dedicado a muy diversos aspectos del
sufrimiento y por tanto a esas vivencias de las que todo el mundo huye. Podemos
encontrar entre sus páginas diversos perfiles humanos que viven sus
particulares derrotas. En él se cuestiona la amabilidad de la vida pasando por
la enfermedad hasta el rechazo a la muerte. Se reflexiona también sobre la
andadura del ser humano que habita en las sociedades modernas y a su vez sobre
la andadura del tiempo como transformador de la materia; también la muerte,
como condición inherente a la vida, tiene en esta obra una parcela que la
dignifica pese a la frecuencia con que se ve rehusada.
¿En qué ingrediente reside la
fuerza de este libro?
Pienso que es precisamente en la intensidad
con que se experimentan las vivencias anteriormente expresadas y a cuanto de
catártico tiene su contenido.
¿Cómo describirías tu trayectoria
de escritor desde la primera publicación hasta esta última?
Como uno de los mejores factores
que conforman mi vida. Decir que escribes pero que no aspiras a publicar es
absurdo: si alguien emprende un proceso de comunicación es porque existe la
voluntad de que éste se complete en su contrapartida, es decir, que haya un
receptor. Muchas veces somos nosotros mismos los destinatarios de ese mensaje
porque tratamos de explicarnos los misterios que encierra todo cuanto
percibimos, es por este motivo que lo considero como una de los mejores
ingredientes que me conforman, publique más o publique menos. Este recorrido me
ha brindado la oportunidad de crear lazos de amistad y de hondo afecto, de
conocer la obra magnífica de muchas y muchos autores, así como su universo
creativo, mantener conversaciones de lo más interesantes, desarrollar un
crecimiento estético, nutrir esa inquietud por el descubrimiento que nos puebla
y, ha favorecido, esto es muy
importante, que cultive y alimente mi identidad creadora porque el mundo, la
vida, sin un ápice de creatividad debe ser algo muy opaco; finalmente, añadir
que también he ido validando el espíritu crítico.
El balcón en invierno y, en
consecuencia, El huerto de Emerson, de Luis Landero.
¿Por qué lo elegiste?
Por la sugerente fascinación que
encuentro en la prosa de ambas obras donde todo, a pesar de la posible
nostalgia que pueda aparejarse a la rememoración de los tiempos pasados, cobra
una vitalidad inusitada rebosante de poesía, orden, armonía y gracia. Son dos
obras como muchas otras, verdaderamente sanadoras.
Y ahora qué, ¿algún nuevo
proyecto?
Siempre hay nuevos proyectos pues
la poesía que reside no sólo en los poemas, es sustento fundamental para que la
vida sea aún más grata: Lecturas, música, naturaleza (que jamás falten) y cuando
es posible, debido a las muchas tareas con que el día a día nos obsequia, dar
forma y cohesión a nuevos títulos sin prisa y disfrutando de la pausa.
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