lunes, 31 de octubre de 2022

ÚLTIMAS PREGUNTAS, por Pedro Pastor Sánchez.

 




¿Por qué? ¿Por qué así? ¿Por qué vosotros? ¿Era realmente necesario? ¿No había otra solución? ¿Acaso no teníais ya lo que queríais? ¿Por qué arrebatarme lo único que me quedaba?

 

            ¿Amor? ¿Era amor lo que decías profesarme, Claudia? ¿Mentían tus ojos el día que me dijiste que querías estar conmigo toda la vida? ¿Era esa una más de tantas mentiras? ¿No podías imaginarte entonces que eso sería imposible? ¿No son veinte años una diferencia demasiado grande? ¿Acaso crees que no me daba cuenta de que, con el tiempo, mi viejo cuerpo te daría asco? ¿Tan loco estaba como para pensar que me serías fiel? ¿Pensabas que no sabía de tus aventuras con tu profesor de tenis? ¿Y con el recepcionista de aquel hotel? ¿Y con mi abogado? ¿Y con cuántos más? ¿Pero alguna vez te dije algo? ¿Verdad que no? ¿Verdad que aguanté con estoicismo semejante cornamenta? ¿Eran tus infidelidades más importantes que la felicidad de nuestra familia? ¿Hubiesen soportado nuestros hijos un traumático divorcio? ¿No era mejor callar? ¿No era mejor mirar hacia otro lado mientras cada uno hacía su vida? ¿Creías, por otra parte, que yo no tuve mis líos de faldas? ¿Alguna vez te preguntaste si encontré en otros brazos el cariño y el placer que tú no supiste darme? ¿No sospechaste que aquella escultural chica venezolana no solo se dedicaba a limpiar el polvo de casa? ¿O te daba igual? ¿Valía todo con tal de mantener tu tren de vida? ¿Tan mal te traté para merecerme tus desprecios? ¿No hubiese sido mejor firmar una tregua? ¿No opinas como yo que nuestras vidas hubiesen sido más fáciles si hubiésemos podido hablar como personas civilizadas? ¿Por qué esa hostilidad? ¿No te pareció bien la educación que di a nuestros hijos? ¿Piensas que fui demasiado estricto? ¿Que no les traté como merecían? ¿Aceptaste alguna vez que los estabas malcriando? ¿No eran demasiado caprichosos? ¿No te parecía excesivo darles todo lo que pedían? ¿Crees que tenía una fábrica de billetes para alimentar a semejantes monstruos? ¿Alguna vez te paraste a pensar sobre la moralidad de sus actos? ¿Y sobre las consecuencias de los mismos? ¿Sin límites? ¿Sin disciplina? ¿Sin valores? ¿Cómo puede un padre ser respetado y querido cuando te encargaste de desacreditarme ante mis hijos, un día tras otro?

¿Por qué lo hiciste, Claudia?

 

            ¿Comprensión? ¿Era compresión lo que me pedías, hijo, cuando parecías no entender el significado de esa palabra? ¿Tan mal padre fui para ti? ¿Tan distintos éramos que estábamos condenados a no entendernos? ¿Nunca pensaste que solo pretendía dejarte mi legado, por el que trabajé tan duro y durante tantos años? ¿Crees todavía, Emilio, que no sabía tu secreto? ¿Por qué nunca confiaste en mí, ni siquiera para decirme lo que de verdad sentías? ¿Piensas que fue fácil empujarte a aquella boda? ¿Recuerdas cuál era nuestra situación entonces? ¿Acaso hubiésemos salido de aquel atolladero sin el apoyo de los Ortega? ¿Te imaginabas que siempre supe que hubieses preferido compartir tu vida con el hermano de la novia? ¿Pero qué hubiesen dicho aquellos curas, dime? ¿Acaso la iglesia hubiese seguido comprando velas a una familia así? ¿El heredero de los Sayago de la mano del vástago de los Ortega? ¿Cuánto tiempo hubiésemos tardado en cerrar la cerería? ¿No te das cuenta de que hubiese sido la ruina para todos? ¿No pagaba la fábrica todos tus caprichos? ¿Por qué renunciar a todo? ¿Podrías haberlo hecho? ¿Sí? ¿Por qué no fuiste valiente y te enfrentaste a mí, a todos, y te quitaste de una vez la careta? ¿Por qué preferiste seguir aquel juego macabro, a sabiendas de que te llevarían a ti y a tu mujer a una infelicidad perpetua? ¿Soy yo el culpable de tus desdichas? ¿Eso crees? ¿También fui yo el que te empujó a la posterior depravación? ¿Elegiste tú el camino o seguiste el que te marqué yo? ¿Era eso lo que siempre me echaste en cara pero nunca te atreviste a discutir cara a cara?

¿Por qué lo hiciste, Emilio?

 

            ¿Confianza? ¿Cómo se puede confiar en alguien que solo vomita mentiras? ¿Puede un padre confiar en una hija que le engaña vilmente? ¿Sabes el dolor que siempre me supuso tu agria actitud hacia mí, Amalia? ¿Te has parado a pensar en lo duro que fue tomar aquella decisión? ¿Y en las lágrimas que derramé cuando comprobé que mis esfuerzos habían sido baldíos? ¿Te arrepentiste de haber abandonado aquel centro de rehabilitación? ¿Piensas que todavía puedes controlar tu adicción? ¿Cuánto más dinero esquilmarás de las arcas familiares para saciarte con ese asqueroso polvo blanco? ¿Nunca has reparado en el sufrimiento de la familia? ¿Sabes el significado de la palabra familia? ¿Formarás algún día una? ¿Me darás ese nieto que siempre quise? ¿Un verdadero y legítimo heredero, no como tu extravagante hermano? ¿Cuántas veces habré soñado con ese momento, Amalia? ¿Por qué nunca entraste en razón? ¿Qué te impulsaba a esa interminable procesión de hombres en tu vida? ¿No eras consciente de que solo pretendían aprovecharse de ti? ¿Por qué me castigabas con tus vicios?

¿Por qué lo hiciste, Amalia?

 

¿Sufrí en ese último instante? ¿O fue una despedida poco traumática? ¿Cuánto tiempo llevabais tramando mi ejecución? ¿Imagináis cómo el miedo te atenaza cuando uno siente cerca su fin? ¿Y más cuando se tiene la certeza de que son los tuyos los que te quieren muerto? ¿Quién fue el que lo tramó todo? ¿Y quién lo ejecutó finalmente? ¿O tuvisteis que recurrir a un sicario para no mancharos las manos? ¿De verdad pensabais que aquí terminaba todo? ¿Me creéis tan estúpido como para no haber tomado mis precauciones? ¿Fue la irrupción de Mariola en mi vida la que os alentó a dar el paso? ¿Pensabais que peligraba vuestra herencia? ¿Y si yo había considerado ya esa posibilidad? ¿Y si ya no tuviese miedo a morir? ¿Y si este cáncer que me corroía me hubiese hecho replantearme mi menguante futuro? ¿Os sorprende saber que me quedaba poco tiempo de vida? ¿Reconocéis ahora la estupidez de vuestros actos? ¿Pero cómo podíais saber que era cuestión de tiempo? ¿Cómo se ve la vida tras las rejas, despojados de toda prebenda?

 

¿Siguen quedando preguntas sin respuesta? ¿O las preguntas han generado más preguntas? ¿Puede por favor, señor notario, terminar de leer este peculiar testamento? ¿Puede decirles a mis queridos familiares que no lamento en absoluto el aprieto en el que ahora se encuentran? ¿Y que he decidido visitar sus tumbas cuando de nuevo pueda caminar entre los vivos? ¿No entendéis nada? ¿Creéis que este viejo loco ha perdido la cabeza? ¿No os imagináis hasta qué punto es así? ¿Os acordáis de Walt Disney y su bizarra idea de revivir algún día? ¿Sabéis lo que cuesta mantener mi cabeza criogenizada en un tanque helado? ¿Caéis en la cuenta ahora de que nunca os acercareis a mi fortuna? ¿Quién será el que ría el último en esta familia? ¿Sorprendidos?

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario