NOTA BIOBIBLIOGRÁFICA
2022
Aurora
Luque
Poeta
ante todo y traductora (Almería, 1962). Pasa su infancia en el pequeño pueblo
de Cádiar (la Alpujarra, Sierra Nevada).
Estudia filología clásica en
Granada y reside en Málaga, donde ha trabajado como profesora de griego,
articulista, editora y gestora cultural (dirigió el Centro Generación del 27 desde 2008 a 2011). Mundo clásico, literatura de
mujeres y traducción de poesía son sus principales líneas de interés.
POESÍA
Entre
sus últimas publicaciones destacan el poemario Un número finito de veranos (Milenio, Lérida, 2021) y una reedición de Carpe amorem, una compilación de su poesía amorosa (Renacimiento, Sevilla, 2021).
Y se acaba de publicar en Suecia una
antología de su obra, Grip Natten (Carpe noctem, editorial Ellerströms,
marzo, 2022).
En 2023 la editorial Acantilado publicará su poesía
reunida.
Otros
títulos: Gavieras (Visor, 2020,
Premio Loewe de poesía 2019); Orinque
(Banda Legendaria, Valencia, 2017); Haikus
de Narila. Portuaria (ed. bilingüe; trad. al inglés de E. Cardona, Luces de
Gálibo, Málaga, 2017); Los limones
absortos. Poemas mediterráneos
(ed. bilingüe; trad. italiana de Paola Laskaris y prólogo de Chantal Maillard,
Fundación Málaga, 2016, Premio Estado Crítico 2016); Personal & político (Fundación J.M.Lara, Sevilla, 2015); Cuaderno de Flandes (ed. bilingüe; trad.
al francés de Regina L. Muñoz, Ediciones en Huida, Sevilla, 2015); La siesta de Epicuro (Premio Generación
del 27, Visor, 2008); Haikus de Narila
(Antigua Imprenta Sur, Málaga, 2005); Camaradas
de Ícaro (Visor, 2003; y ed. bilingüe con trad. al griego de A. Pothitou,
ed. Gavrielides, Atenas 2015); Transitoria
(Premio Andalucía de la Crítica, Renacimiento, Sevilla, 1998); Carpe noctem (Visor, 1994); Problemas
de doblaje (Accésit del premio Adonais, 1990); Hiperiónida (Zumaya, Premio F. G. Lorca de la Universidad de Granada,
1982).
Su
poesía se ha antologado en Médula (Fondo
de Cultura Económica, 2014) y Fabricación
de las islas (Pre-Textos, 2014).
TRADUCCIÓN
En
2020 publica la reedición de Safo, Poemas
y testimonios que incluye nuevos papiros (ed. Acantilado) y el corpus de la
poesía de autoría femenina en la Antigüedad (Grecorromanas. Lírica superviviente, ed. Austral). Y en 2019
publica la versión de If not, Winter de
Anne Carson (Si no, el invierno.
Fragmentos sáficos, ed. Vaso roto).
Otros
títulos: Aquel vivir del mar. El mar en
la poesía griega (Acantilado, 2015); Sonetos
y elegías, de Louise Labé (Acantilado, 2011); Taeter morbus. Poemas a Lesbia, de Catulo (UANL, México, 2010); Poemas, de Renée Vivien (Igitur,
Tarragona, 2007); Poemas y testimonios,
de Safo (Acantilado, 2004); Los estuches
de las células, María Lainá, en colaboración (MaRemoto, Málaga, 2004); Los dados de Eros. Antología de poesía
erótica griega (Hiperión, 2000); 25
epigramas de Meleagro (Llama de amor viva, Málaga, 1995).
ESTUDIOS
LITERARIOS
Ha
realizado ediciones de escritoras olvidadas: de la dramaturga neoclásica
María Rosa de Gálvez (El valor de una ilustrada, Consulado del
Mar, Málaga 2005, en colaboración; Poesías,
Puerta del Mar, CEDMA, Málaga, 2007; Amnón,
UMA 2009; y Holocaustos a Minerva, col.
Clásicos Andaluces Fundación J. M. Lara,
Sevilla, 2013). Y de la poeta cubana Mercedes Matamoros ha editado El último amor de Safo (Puerta del Mar,
CEDMA, Málaga, 2003).
Ha sido Premio Meridiana de la Junta de Andalucía por su labor de edición y
rescate de escritoras desconocidas u olvidadas.
Ha
preparado la antología y estudio preliminar de Ruido de muchas aguas, de José Manuel Caballero Bonald (Visor, 2010).
Ha
prologado los libros Arias tristes de
Juan Ramón Jiménez (Visor); La Grecia
eterna de Enrique Gómez Carrillo (Renacimiento); las memorias de la
embajadora republicana Isabel Oyarzábal (Hambre
de libertad, Almed, Granada, 2011) y la novela gráfica La cólera de Baudelaire de Laura P. Vernetti (Luces de Gálibo, Málaga,
2020).
Algunos
de sus estudios sobre poesía se compilaron en Una extraña industria (Universidad de Valladolid, 2008).
¿Cuándo comenzó
a escribir? ¿Cómo sucedió?
Un año o dos más
tarde descubrí que las palabras servían para sentir, oler, escuchar y tocar
cosas que no estaban realmente cerca de mí. Sucedió gracias a Juan Ramón
Jiménez. Entraba en una página de Platero y yo y de pronto me encontraba en una
callejuela cegadora de sol oliendo a pan caliente que crujía. Y más adelante
brillaban unas uvas tardías al sol o me sorprendía en los ojos y en los pies el
frescor de una charca cristalina. Descubría sensaciones que no conocía: la tersura,
la lozanía vegetal, la mirada placentera sobre el campo en soledad, la blandura
tibia de la piel de un asno.
No sabía que
estaba descubriendo dos cosas importantísimas: que las palabras sirven para
producir belleza y magia. Y que existían formas de no estar –al menos
temporalmente- en medio de lo feo, lo agrio, lo hostil, lo gris, lo
insuficiente, lo agresivo de los días reales de la infancia. Ahí empezó todo.
¿Qué era la
poesía para los poetas de la antigüedad?
En mi caso
personal, la pasión por la Antigüedad ha funcionado como estímulo vital,
intelectual y creativo a lo largo de mi vida. Los líricos –Safo sobre todo- me
han regalado canciones que reciclan antiquísimos himnos y diálogos con la amiga
luna, con los cuerpos amados, con las estrellas, con el miedo, con las
desazones de la soledad y del exilio. Los poetas trágicos -mi amado Esquilo- me
han llevado de la mano a los abismos inmensos de la mente.
¿Cree usted que
el poeta es también un filósofo?
La filosofía y
la poesía me han enseñado algo importantísimo: que el lenguaje no tiene por qué
estar en venta. Que no se compra, no se vende, no se canjea, no acepta precios
de mercado, no se envasa, ninguna empresa lo puede privatizar. Uno de mis
grandes maestros en la poesía es el sabio griego Epicuro: el materialismo de Epicuro
vacuna frente a las visiones trascendentalistas y dualistas que tanto daño nos
han hecho. Nos hace amar la vida y no temer la muerte.
¿Cuáles son sus
poetas más admirados? ¿Por qué?
¿Cómo ve el
panorama poético actual?
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