domingo, 30 de octubre de 2022

FUEGO BENDITO, por Josefina Martos Peregrín.

                                                               Del poemario “Fuego de invierno”


Puesta a desear absurdos, elijo el mayor. Aun sabiendo que todo pasa, que nada queda, como las naves, como las nubes, como las sombras.

Le ocurrió a mi abuelo, quiso ver a la amada veinte años después de muerta, convencido de que algo quedaría de su belleza: Un montón de polvo, una cabellera seca, huesos en desorden, como de insomnio en la tumba.

Era de esperar, y sin embargo no lo esperaba. Desde entonces hizo del adiós promesa y de la nada su futuro.

No soy mi abuelo, tampoco soy Kempis. Bendigo la piedad de las cenizas.

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