Ya las calles están vacías,
el ruido carece de peso,
fluye el abismo sobre las cosas.
El banco de aquel parque
no es testigo de nada,
los árboles que le acompañaban,
se han arrugado con la tarde callada.
La palabra se desnuda inocente,
la deseo así, juego con ella,
escribo, te siento cerca.
Me sonríes.
Madre, tu silencio me dicta un verso:
"Hija, mi hija, hija mía"
Tú sigue sonriendo.
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