martes, 30 de noviembre de 2021

PROCESIÓN DEL SILENCIO, por F. Javier Franco Miguel.

 



 

A mis padres y mis abuelos

 

En la penumbra sin horas

de luto pasa el silencio,

se va muriendo la vida

pegada junto a un cuerpo,

la vida entre la fe muere

decorando a un madero…

No hay nada que decir:

dobla un tambor de silencio.

 

Y en las horas alargadas

más allá de los deseos,

la noche de cirios vela

entre esperanzas y miedos,

limpiando la noche oscura

las rendijas tras su velo…

¡Oh, soledad, soledad

pisada por el silencio!

 

El tambor sigue doblando

en su espalda de pellejo,

hecha de funda de amor,

de corazón y de tiempo.

La calle, la fosca calle,

con negrura de aire quieto,

ve pasear por las nubes

un dios de sí prisionero

evaporando las culpas

un tambor entre silencio.

 

Luciérnagas inaladas

dibujan luz en el viento,

en el aire gris del paso

de pausado movimiento.

Las heridas de la talla

evocan muerte en lo eterno,

mortandad tan infinita

que va muriendo por dentro

gota a gota, gota a gota

con lagrimal de veneno.

Llama la oscuridad, llama

al llanto perdido y viejo,

llama al tambor redoblando

entre notas de silencio.

Un heraldo de redobles

anunciando por el cielo,

anunciando monocorde

las tenues notas de un duelo,

anunciando de negrura

que Jesús hoy está muerto.

 

¡Silencio!, dobla un tambor.

Son redobles de silencio.

 

Guadix, marzo de 1993, basado en el romance ‘Jueves Santo’ de 1985.

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