martes, 30 de noviembre de 2021

ESCUCHAR EL SILENCIO, por Yuli Cruz Lezcano.

 



Escuchar el silencio


Por los caminos verdes del futuro,

el silencio me acompaña de tal manera

que no sé que será de él

cuando me muera.

Me falta el claxon, el sobresalto,

el pájaro sembrado en el asfalto,

el gris humo de la ciudad contaminada,

el clima de competición que degrada

todas las formas de pensamiento.

Aquí trato de matar el tiempo

y escribo versos de madrugada.

Quería buscar el silencio lejos

y ahora el silencio y sus reflejos

son una explosión de soledad fecunda

y la tristeza es una plaga que me circunda.

*****

Sandalias calladas


 Estoy pasando una y otra vez

por el mismo camino,

los perfumes de lluvia y flores

nunca son los mismos.

Las cosas pierden

en el mapa

el punto de reunión

y mis sandalias calladas

no dejan huellas,

olvidan todo y caminan

hacia los horizontes de la herida.

Dicen que se aprende de la vida

y yo hecha de días

como un hueso lleno

de resina oscura,

naufraga de aguas impuras,

vivo  en la nostalgia que se despierta.

Con estrépito ruido de la puerta

dejo pasar una gaviota ultrajada

y en los rebaños de la encrucijada

me pierdo en un mar de plumas.

Soy yo, soy otra y ninguna,

a veces demasiado, a veces poco

y a veces de mayor tamaño,

con un pie abajo y otro en el peldaño,

subo con el tiempo

y el tiempo me habla

con la voz atrasada  de mil años.

*****

Llorar, por dentro,

hay sueños que se acaban

en el silencio.

*****

Mar de regresos

 

Mar devuelveme al mar

entre olas y horizontes,

sin usar los deseos del naufragio

quiero usar mi mundo interior que escucha

la isla que se apoya

en océanos manchados de distancias.

Quiero sentir la sal

con su blanco descubierto en la piel,

quiero que ardan los tatuajes dormidos,

mi corazón necesita nuevos latidos,

corrientes de desesperos que me lleven lejos

de este espejo de silencio.

Silencio que regresa objeto animado

como una ración de paz

donde se pudre la palabra.

Yo quiero sentir el mar que habla

con los faros extraviados,

con las conchas rotas,

con los deseos ahogados,

con la guerra de la mente

y con su derrota.

¡Abre tus brazos, mar!

Concédeme un trozo de horizonte

donde guardar las palabras

que me devuelvan al grito

del libro que todavía no he escrito

en este silencio de gaviota callada.

Mar, libérame de esta isla imaginada,

del humano que el silencio encierra.

Yo no soy una criatura de tierra,

soy de tormentas, soy de naufragios.

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